domingo, 25 de abril de 2010

NO SOY MIS LABIOS

Te beso en la boca, en la frente y en todos los rincones de tu rostro, mis labios se mueven solos, hechizados; yo no soy, mis labios son, soy mis labios y mis manos ahora. Bajan mis labios por tu cuello y mis manos con las tuyas; una fragancia nace de tu cuello, me conviertes en adicto. Escucho tu respiración y la melodía de “The reason” desaparece.
Una y otra vez, con la destreza de una tortuga en tierra, paseo por tu cuello y casi tu hombro, te estremeces; sé que quieres parar este trance, ¿no puedes? Yo siento lo mismo, continuo. Te beso a siegas ¿estás cerrando los ojos? También yo; tú eres tu piel, tu cuello y yo soy mis labios, no somos nosotros, nosotros no estamos, no nos vemos, me detengo; te miro y me esquivas avergonzada.
Mírame a los ojos, después de besarnos mírame fijamente a los ojos y piérdete como yo me pierdo en los tuyos, reconóceme.
Con soberana libertad mis labios se entregaron a los tuyos, son tuyos ahora, mis ojos quieren hacer lo mismo, no les huyas, no seas tímida y mírame a los ojos fijamente; ellos quieren que los reclames y los proclames tuyos, así como tu cuello y los hoyuelos de tus clavículas reclamaron como suyos a mis temblorosas manos, o así como cuando tu aroma virgen acaba con todo sentido de democracia nasal y me hace esclavo de tu único olor, así mis ojos también quieren ser tuyos; por primera vez quieren someterse a un solo régimen autoritario, reclámalos con justo derecho, pues es a ti a quien quiero dárselos; ellos te quieren, mis labios te quieren, mi sentido del olfato no quiero otro olor que no sea el tuyo y tampoco mis oídos quieren escuchar otro nombre.
Ya no soy mis labios, mis ojos, mi piel, mi nariz o mis oídos; soy yo nuevamente y te quiero.

J. Edgar