lunes, 22 de marzo de 2010

LA GUAPA MÁS BELLA (Una carta desesperada e incoherente)

NOTA: Sólo tú entenderás.
Es gracioso como es que se llega a conocer a los amigos, especialmente a aquellos que serán trascendentales en tú vida y aun no lo sabes, de hecho uno nunca sabe nada de mañana, quizá conozca a mi futura esposa, yo, no sé.
Últimamente, no lo voy a negar, me estaba gustando estar a tu lado, tu aroma, tu compañía, tu sonrisa, me gusta todo; comenzaba a sonreír sin motivo mientras te recordaba.
Eres linda, tú más que nadie debe saberlo, pero ese no es el punto, el punto es que me gustas más de lo debido; no había deseado los labios de nadie hace mucho tiempo, al menos no tanto como deseé los tuyos, creo que quería atrapar de un solo beso, toda la belleza que dibujan tus labios cuando sonríes.
Al pensar en tu boca todas las noches, una leve corriente incómoda, como una suave tortura, sube por mi pie izquierdo, llega a mí estomago, mi pecho y llega por fin a mi cabeza: celos. Debieron ser miles los “aves de rapiña” que te dijeron lo mismo, tratando de conseguir una sonrisa o el premio mayor: un beso; Los imagino hablando contigo, viendo tu boca y deseándola, perdiéndose en tus labios carnosos, muriendo y a la vez sintiendo celos de otros como yo, que se dieron cuenta de la magia que encierran tus labios, retorciéndose —una vez más— de celos silenciosos e incómodos, celos de closet, celos no declarados.
No quiero desilusionarte, esto no es una declaración de amor, no encontrarás ninguna pregunta cómo: ¿quieres estar conmigo?. Solo quiero hacer una radiografía de mis sentimientos, dudas y demás emociones que me invaden cada vez que pienso en ti.
Me gustas un huevo, pero hoy entendí que quiero ser tu amigo, quiero abrazarte una y mil veces más, quiero que me abraces y pretendo que cuentes conmigo en lo que sea; Pero, rayos, esto ya te lo dije, lo que quiero decir es que me muero de ganas por ser un súper amigo; ayer me enamoré de la bonita amistad que puede nacer entre tú y yo o que ya nació y está en pañales, pretendo que esta carta sirva para entender los dos, que para mí no eres cualquier persona, de tómala y déjala, eres algo más.

P.D. Escribí una vez: “Belleza: alguna gente la define como la perfecta armonía entre la simetría y balances de ciertos tonos de la piel. Otros en su ignorancia, prostituyen más el concepto de belleza que tengo, otorgando el titulo de bella, beldad y hasta de venustez, a mujeres que sin más que ofrecer pasean las carnes expuestas, aspirando sólo a cumplidos improvisados y libidinosos desde la clandestinidad. El concepto de belleza, para mí, es algo más complejo; que por supuesto incluye la hermosura física y sobre todo un sinfín de valores.
Por tanto, no me atrevería a decir: “wau que chica más bella”. a una desconocida, como aquellos cazadores de chicas guapas que existe en el hi5 y el face book; y que seguramente dicen lo mismo a toda chica qué ven con poca ropa y hacen, del sitio de ésta, un foro para pervertidos y lujuriosos hombres barriobajeros.”
PP.DD. Eres una de las guapas más bellas que conozco.
Atte: J. Edgar.

miércoles, 17 de marzo de 2010

CANALLA SENTIMENTAL

NOTA: Yo escribí esto antes de que Jaime Bayly publicara una novela con el mismos título, esto quiere decir que: o me copiaron el título, o Jaime Bayly también se imaginó a un protagonista acosado por el recuerdo de una mujer (bueno, quizás en su caso el recuerdo de un varón) y los conflictos sentimentales que eso causa; y, si bien esta historia no es estrictamente la misma de entonces, el tema central si lo es, por lo que la originalidad del título no se debería cuestionar en ninguna circunstancia.

SÁBADO

Esa canción comenzó a sonar. Nunca estuve más triste.

“Siento que jamás te podré olvidar
por todos los momentos que me has hecho llorar
creo que jamás te podré borrar
y en mi mente estarás atormentando nada más...”


— Lo siento Marce, esto no va a funcionar; tenemos que terminar —Digo.
— !Que! o sea ¿me has hecho sudar por las puras? —Dice notoriamente contrariada y furiosa mientras se sienta y se cubre el pecho con las sabanas blanca de su cama.
— Lo siento de verdad; te quiero pero como a una amiga, lo siento de veras —Digo. Me visto y salgo de su departamento, ella me ve bajar las gradas sin decir nada, sollozando.
La canción sigue sonando en mi cabeza:

“…porque yo estaba mucho mejor sin ti
y ahora tengo que pagar por un amor que no me dan…
(Siempre) siempre, siempre estarás en mi mente corazón…”

Entro a mi cuarto, prendo la computadora, Massiel no ah respondido el mensaje que le envié un día antes, me siento mal y quiero tener la compañía de una mujer, es una mala costumbre, lo sé, —si Massiel no viene entonces llamo a Fiorella— pienso al tiempo de que agarro el celular y marco el número de Fiorella.
— Hola Fio ¿te desperté? —Digo.
— No, no te preocupes, ¿qué ha pasado? —Dice bostezando.
— Nada, nada, es que quiero verte mañana, ¿vienes?
— Está bien, espérame a las 4 de la tarde ¿ya? Hasta mañana.

DOMINGO

Fiorella y yo estuvimos en mi cuarto escuchando música y teniendo sexo una y otra vez en todas las poses que conocíamos.
Ya en el quinto Orgasmo, noté que el condón se había roto, cuando le pregunté si era un día peligroso me respondió asustada que sí; no dudé mucho en ir a la farmacia y comprar una tableta de esas famosas pastillas conocidas como “Pastilla del día siguiente”; se tomó una y nos relajamos desnudos en la cama.
Recuerdo la canción de ayer y a mi ex enamorada —por mí que se jodan todas las chicas, yo no me vuelvo a enamorar en mi puta vida— pienso y casi enseguida Massiel viene a mi mente y me siento mal, porque en este instante preferiría estar con ella que con Fiorella —Fio es solo sexo— pienso mientras recorro con la vista su cuerpo de curvas perfectas y senos firmes —por el contrario, y aun que no estoy enamorado de Massiel, ella me inspira ternura y ganas de abrazar— pienso y se me dibuja una sonrisa en el rostro.
— Fue el mejor orgasmo que tuve —dice Fiorella empapada de sudor y todavía excitada.
Esa frase levantó mi ego, tuve nuevamente una erección y la penetré solo un momento como agradeciéndole el cumplido. Luego caminamos por un parque cercano, sentí que le debía eso, cenamos en un chifa y se fue, le pedí que no vuelva nunca más y que elimine todo contacto conmigo, no quiero lastimarla o quizás no quería lastimarme yo.
Al regresar a casa entré a internet. Un mensaje de Massiel:

“Hola, lamento no haberte escrito antes, se me presentaron muchas cosas en el trabajo y apenas tuve tiempo para respirar, te extraño mucho, espero verte mañana, llámame a este número…
Tu fan numero uno: Massy”

Me sentí una porquería, una rata de desagüe, un insecto rastrero y repugnante; ella pensando en mí y yo en la cama con otra chica.

LUNES

Hoy viene Massiel, mi princesa, está princesa a quien no quiero pero que es mía. Espero en la calle, es puntual, la veo doblar la esquina, lleva una falda jean apretada (casi una minifalda) y un polo escotado, está preciosa, dos tipos la ven morbosamente mientras ella camina meciendo con orgullo sus generosos atributos. Cuando me ve, me regala una gran sonrisa y me abraza, entramos a la casa, me cuenta que está cansada y que quiere dormir un rato, que invirtió casi toda la noche haciendo una monografía, pero yo no la escucho y me entra una exitación incontrolable que me hacen ahogar sus quejas con suaves besos en la boca y a la vez pretendo quitarle la ropa con las manos, con los pies, con lo que sea; pero es en vano, está demasiado cansada. La dejo dormir.
Massiel y yo no somos enamorados, creo que en el fondo tiene una vaga esperanza de que algún día podamos ser una pareja estable, —ahora no puedes estar con nadie, Primero tienes que olvidarla— me ah dicho cuando le pedí que acepte ser mi enamorada.
Ahora está ahí, recostada en mi cama y yo escribiendo esto; me volteo para observarla de cuando en cuando, la luz tenue de mi lámpara me deja ver a una mujer bella, de cuerpo esbelto, cabello delgado, lacio y castaño claro, cabellos de ángel; senos medianos, un trasero soberbio y un rostro de rasgos finos, me gusta muchísimo; es, creo, la mujer más guapa que ah estado conmigo en la cama.
Ah pasado como media hora y sigue durmiendo, —parece un ángel— pienso y me odio inmediatamente por no poder quitarme ese otro nombre de mi cabeza y amar como se debe a esta chica que comienza a despertar.
— Esa canción me encanta —es lo primero que dice a medio bostezo.
— sí, es muy bonita —digo a los diez segundos que, esa canción de Counting crows “I am ready”, comienza a sonar por los parlantes de mi computadora.

2 horas después…

Sus lágrimas cayeron sobre mi almohada, pues luego de muchos besos y caricias, le pedí que entregara su virginidad a otro chico, alguien que esté realmente enamorado de ella; ni bien terminé de pronunciar la última palabra de mi frase cobarde y sínica, comienza a llorar desolada y me odio nuevamente, pero ahora con más intensidad.
Mientras llora cubriéndose con las almohadas, pienso que de todas las chicas que han llorado frente a mí, Massiel me duele más. Intento consolarla, pero cada cosa que digo la pone peor, le acaricio un hombro y se calma un poco, hace un esfuerzo para ya no seguir llorando, me mira fijamente a los ojos y veo el dolor en su alma, —está mujer estuvo a punto de entregarme su virginidad en veces pasadas, pero no la tomé por que le dolía horrible— pienso, —es como si te sacaran una uña— me contó.
Massiel aún es virgen y si no fuera porque me confesó sobre su menstruación de hoy día, abría hecho todo lo posible para desvestirla, y de una vez por todas hacerla mía; ella sabe esto, sabe que soy un canalla, pero a pesar de todo me guarda una mirada compasiva, una tregua tácita que me libera un poco oxigeno.
— Sabes, creo que no debemos volver a vernos—. Dice rompiendo ese incomodo silencio.
— Tienes razón —Digo y me siento un miserable; lloro—, ¿No podemos ser amigos?—. Pregunto; pero no me contesta.
Se seca los ojos y finge una sonrisa, me mira con dulzura, se disculpa y dice que ya se va, que es muy tarde, me da un beso en los labios y se pone de pie, me paro frente a ella y le pido un abrazo, ella me lo da sin dudar y sé que es la última vez que la estrecho contra mi pecho, me lo han dicho sus ojos y a diferencia de mis demás ex enamoradas, siento que estoy a punto de perder a la mujer más linda de Lima, del universo ¡Por qué demonios no puedo enamorarme de esta chica!
Antes de despedirse me prometió ser feliz o al menos tratar de serlo, me dejó su carmín y una papelito arrugado donde decía: “Entre los hombre y las mujeres no es posible la amistad. Hay pasión, enemistad, adoración, amor, pero no amistad”.
Ella ya se ha ido, Me hecho en la cama que está desordenada, huele a Massiel, me gusta su olor, un olor a mujer virgen, a inocencia pura, a diecinueve años.
Sus lágrimas cayeron sobre mi almohada, y aún siguen mojadas.

MARTES

Salí como a las seis de la tarde a un bar por la plaza San Miguel, donde sonaba fuerte una canción de Julieta Venegas “El listón de tu pelo”. Yo tomaba un cuba libre doble.
— Hola chino —grita una voz femenina—, ¿Qué haces acá? —Volteo, se trata de Mery.
— Hola; nada, nada, ahogándome un toque, ¿Has venido sola?— Digo.
— Nop, vine con Lucia, la acompañé porque tenía una cita a ciegas con ese pata— dice y me señala un hombre moreno y alto que parece estar divirtiendo a Lucia, una chica de hola y chao.
Hablamos un rato, pero pronto me aburre su monologo fingido de niña bien, me paro y acerco mi rostro para despedirme y darle un beso en la mejilla pero ella me esquiva.
— ¿Me vas a dejar acá? — Dice.
— Es que quiero ir descansar —me disculpo.
— No pues chino, hay puras parejas en este bar, no me vas a dejar solita ¿no?
— Es que no me gusta mucho la bulla.
— A mi tampoco, pero quédate un toque conmigo pues, no seas malito.
— No, ya es tarde y me tengo que ir, pero si quieres vamos a mi casa, allí podemos estar tranquilos, ver una película o algo.
— Ya pues —grita animada—, compramos un vinito y a ver si nos animamos con eso ¿ya? Porque pareces un fantasma— dice, y yo afirmo con la cabeza. Pronto salimos de ese conocido bar

MIERCOLES

— ¿Estás bien? —Se despierta Mery—, porqué no apagas la computadora y sierras los ojos, ¿no tienes sueño? —dice Mery cuando me ve escribiendo en la computadora.
— No, no sé qué me pasa no puedo dormir —Trato de sonar amable—, hazme un favor ¿ya?
— ¿Cuál?
— Bésame en la mejilla —Digo esto mientras me hecho en la cama al lado de Mery; me da un beso en la mejilla, me mira—. No, así no, tienes que besarme muy suave y muy lento —Digo.
— No me jodas pues Joaquín, acabamos de tirar, ¿No te basta con eso? o ¿También quieres sentirte querido? Porque te aviso que yo no te quiero ah.
— Por favor, será sólo por esta vez —Ruego. Ella me da un beso más suave y lento, tal como le dije—. Falta algo —digo después.
— ¿Ahora que hice?
— Nada, nada, sólo tienes que susurrarme algo después de darme el beso.
— ¿Qué cosa?
— Que me amas.
— ¿Ah?— dice casi gritando.
— Por favor será sólo un experimento ¿está bi…?
— Okay, okay —me interrumpe. Luego me da un beso y me dice que me ama tal como se lo pedí.
— No, no, no, falta algo —Digo, ella se exaspera y me manda a la mierda—. Por favor, sólo una vez más ¿ya? Por favor—. Suplico.
— La última chino ¿Okay?
— Okay, espera un toque—. Me levanto de la cama, y busco una canción en la computadora, veo a Mery que desnuda, me mira confundida.
— Cuando te diga “ya”, lo haces, ¿ya?—. Le indico y ella afirma con la cabeza. Me hecho en la cama, la canción suena, cierro los ojos y me concentro, pienso en los últimos cuatro días, en lo imposible que me ha resultado olvidar a una mujer, y me asusta pensar que no podré querer a alguien como a ella y, de varias formas, eso me confunde; no sé si debo dejarla ir y resignarme a no verla más, o luchar porque estoy completamente convencido de que una sensación así, de paz y alegría, no se volverá a repetir nunca más y tal vez por eso valga la pena luchar; pero a la vez pienso que quizás sea una lucha aún no comenzada y perdida.
La canción empieza a sonar, escucho las letras con emoción y se me hace un nudo en la garganta, —si yo hubiera escrito una canción, sería idéntica a esta— pienso.

“…El color del final de la noche, me pregunta: ¿Dónde fuí a parar? ¿Dónde estás?
Que esto sólo se vive una vez, ¿dónde fuiste a parar? ¿dónde estás?...”


“Estoy en mi cama, desnudo y con una chica casi desconocida, son las cinco de la mañana y el color de la noche me pregunta ¿dónde estoy? ¿Qué estoy haciendo?” pienso y una lágrima se desliza por mi mejilla.
La canción me muestra imágenes a colores de esa persona a quien quise mucho o quizás todavía quiero; dibujo en su rostro un gesto de alegría, esa misma sonrisa que me regalaba cada vez que me veía, ese brillo en sus ojos grandes, que me estremecía por completo y sus dedos, que se entrelazan con los míos; y sus dedos, que se deslizan por mi rostro; y nuevamente sus dedos, acultandose debajo de alguna chompa gris.

“…un olor a tabaco y chanel y una mezcla de miel y café, me preguntan por ella… Me preguntan también las estrellas, me reclaman que vuelva por ella…”

— Ya, ahora— digo, ella me da un beso suave y lento, me concentro para pensar que no es Mery la dueña de esos labios.

“…Una rosa que no floreció, pero que el tiempo no la marchita
Una flor prometida, un amor que no fue, pero que sigue viva…”


— Te amo —Me susurra a dos centímetros de mi oído.
— Yo también —digo, perdiendo todo sentido de ubicación—, aún te amo.
— ¿Por qué lloras? —me pregunta.
— Sí, así era —digo luego de un suspiro y aún con los ojos cerrados y mojados.
— ¿qué cosa? —pregunta.
— Sus besos.

“… ¿Dónde fuí a parar? que esto sólo se vive una vez…”



J. Edgar

SIEGO

Te amo porque me conoces,

y a presar de eso me quieres.

Te amo porque te conozco,

y a pesar de eso te amo.

Te amo con cuatro de mis sentidos,

Porque no te veo:

“Esa superficie que me estremece antes de tocarla.

Ese Idioma inventado de susurros verdes.

Tu aroma libre de otros aromas.

Un sabor rosado que apenas he probado.”

Y sobre todo te amo cuando cierro los ojos,

y apareces.