lunes, 8 de octubre de 2012

Mi Libreta




Sary y yo ya no hablamos más. Hemos perdido, o más bien hemos desechado toda forma de comunicación. Me odia y me lo merezco. No la quiero ni un poco ¡Y vaya que se lo merece! Pero hoy, casi tres años después, he redescubierto algo que la involucra  directamente y me gusta.
Estaba revisando algunas cajas en dónde tiempo atrás había depositado todo lo que no me servía en un futuro inmediato, y me topé con una libreta que ella alguna vez me regaló. Se trata de cuadernillo espiral negro de no más de cincuenta hojas de todo tipo, que ella misma  cortó y diseñó, y los mandó a anillar para después obsequiármelo la vez que cumplimos nuestro primer y último mes juntos.
No es lo único presente que me dio, pero si lo único que sobrevivió a nuestra estrepitosa y fatal ruptura, y, ahora que me he tomado un tiempo para observarlo detenidamente, lo encuentro fascinante. Es perfecto para mis garabatos y mis desvaríos.
Entre Sary y yo pasaron muchas cosas que no espero contar, pero resumámoslo como un carnaval de pasiones que gracias a Dios acabó. Yo perdí y creo que no fui un buen perdedor, ella regresó con su ex enamorado y yo encontré un par de chicas con quien pude desclavarla de mi vida y de mis recuerdos. Quién diría que tres años después la libreta que me regaló esa misma chica, a quien amé y quien me uso para satisfacer sus fantasías de tener al mismo tiempo dos hombres en su vida, me anime a escribir nuevamente. Por eso es justo, aunque insuficiente, dedicarle esta primera hoja; y tal vez la segunda. Porque es difícil olvidar a una mujer que te llevó a un sitio donde la gente va a llorar a sus muertos, y te enamore sin más compasión que la de un huracán ante un paraguas.

J. Edgar