miércoles, 8 de diciembre de 2010

Angel de la guarda.

Para mi Suz

No creo que sea tu signo mi querida Libra.

fuimos creados aire para volar cual marihuanos.

Para volar mi imaginación y tu intuición aguda,

Para verte con los ojos cerrados, imaginarte sin censura

Y Tú Intuición para llamarme y así contarte, sobre alguna puta.

Llegaste de madrugada, dice tu genial prosa,

Mientras me cuentas sobre un conejo travieso, tu nueva mascota.

Que has dejado tus demonios atrás, esos que no eran tuyos.

Que tenían forma de hombre fuerte, grande y que sólo era un gran idiota.

Te escucho dormir por el teléfono.

Las cuatro de la madrugara no es una buena hora para hablar,

Quién quiere hablar por teléfono si puedo verte en mis sueños,

Sé que te veré, y enternezco. Descansa ángel, descansa,

Guarda tu teléfono, guárdala. Mi ángel. Mi ángel de la guarda.

sábado, 4 de diciembre de 2010

EL AMOR Según J. Edgar

Existen muchas clases de amor; está el amor que se siente por los padres, el amor hacia un hijo o a un hermano, el amor por un amante, el amor verdadero, ese que se siente por una persona y que suele durar toda la vida; y también está el amor perfecto, y cuando digo perfecto, es porque en realidad es perfecto, no es muy fácil de encontrar, se escabulle y te sorprende el día menos pensado.

Era una mañana nublada de noviembre, mi amigo y yo paseábamos por el parque de la exposición hablando de cine y planeando, como siempre, un corto o un documental; decidimos que era muy temprano para irnos a nuestras casas e hicimos algo que no habíamos hecho nunca. Habíamos pasado millones de veces por aquél lugar, pero por primera vez íbamos a entrar al Museo de Arte de Lima.

Entramos y nos recibió un ambiente lleno de cuadros y esculturas; unas más “originales” que otras. En el lugar no había mucha gente, sólo un par de parejas que, abrasados, iban caminando lento, apreciando lo que ya habíamos apreciado, mi amigo y yo. Más al fondo estaba la primera sala, era un recinto oscuro con pantallas LCD’s en las paredes, donde pasaban una y otra vez fragmentos de videos, aburridos para cualquiera, pero para mi amigo y para mí, interesantísimos; nos quedamos ensimismados, paralizados, absortos por tales creaciones, creaciones que por cierto en su mayoría eran europeas.

En la misma sala había un cuarto de unos tres metros de ancho, seis de largo y unos escasos dos metros de alto; del que salía un sonido aterrador, parecía el lamento de un hombre; al costado de la puerta de dicho cuarto, estaba escrito en letras grandes el título del video, la reseña, el nombre autor, y un poco más abajo: “Solo para mayores de 18 años, abstenerse las personas con problemas cardiacas o muy sensibles”; Lo cual llamó poderosamente mi atención y elevó un poco más mi excitación, pensé que tal vez encontraríamos un video “snuff” (videos de sacrificios humanos reales); mi amigo y yo entramos al recinto oscuro al igual que una señora y su hija, un par de parejas y un grupo de personas más; el encargado nos notificó nuevamente que el video era exclusivamente para mayores de edad, luego de cerciorarse que todos contábamos con dicho requisito, comenzó el video. Mi corazón se aceleró. En el video se veía, a lo lejos, a una chica completamente desnuda que estaba girando un aro por su cintura, como suelen hacer todas las niñas pequeñas; “esto no es nada aterrador, más bien es pornográfico” pensé levantando una ceja en un ademán de insatisfacción; la cámara hace un acercamiento lento al ombligo de la mujer, hasta encuadrar desde su sexo, hasta la boca de su estomago, comprendí entonces por qué era sólo para mayores de edad; El aro no era un simple aro, de cerca se podía ver con más claridad: Eran alambres de púas en forma de un aro; la chica se estaba mutilando la cintura y desgarrándose la piel viva con cada giro que le daba a los alambres. Fruncí el seño con una media sonrisa de complacencia.

El video acabó. Yo me quedé viendo la tela donde ahora estaban pasando los créditos, repaso en mi mente la imagen de esa mujer y trato de reconocer el impacto psicológico que ha causado en mí, me quedé ahí parado y maravillado con tamaña expresión artística; toda la gente ya había salido, incluso mi amigo, veo a mi alrededor para cerciorarme que estaba sólo y salir también y ¡JODER! No estaba sólo, a mi costado, a unos cuantos pasos estaba algo que me costaba creer que estuviera ahí, era una mujer que también estaba ensimismada y maravillada por lo que acabábamos de ver; la escasa luz que producían los créditos me permitió adivinar su edad; de unos veinte años, esa chica o en realidad era bonita, o la escasa luz estaba a su favor: era muy guapa; de pronto lo que me producía incredulidad y asombro ya no era el video, ahora era esa mujer que acababa de descubrir junto a mí, me quedé admirándola por una millón de horas, bueno, en tiempo real habría pasado unos cinco segundos; pero imagínense ver, con la boca abierta y por cinco segundos, a una alguien completamente desconocido, que está contigo en un cuarto oscuro, los dos solos y a un par de pasos de distancia, ¿se lo imaginan?

Luego de esos segundos, creo que se percató que alguien había clavado la vista en ella y, sin expresión alguna, me dedicó una breve mirada antes de salir del cuarto. Yo aún tenía la boca un poco abierta.

Afuera, mi amigo me estaba esperando.

—¡WOW! —dice—. Ese video sí estuvo fantástico.

—Fantástico definitivamente —le contesto—, pero si sólo has visto eso, entonces estás ciego.

Mi amigo dirige la mirada justo donde yo estaba mirando, y los dos vimos eso que esperábamos ver en aquel lugar: Arte; de más o menos un metro sesenta y cinco de alto, cabello lacio, blanca, los brazos cruzados, senos medianos, cintura estrecha, una mirada calculadora, un bolso que le colgaba de un hombro y un trasero bonito. Se movía en cámara lenta, y lo mejor era que no estaba acompañada de nadie ¿o sí?, paseé un momento la vista por los alrededores buscando algún enamorado celoso, pero no había nadie; estaba completamente sola, todos estaban con pareja o familiares o amigos (como yo), pero ella estaba sola de verdad, de pronto odié haber venido con mi amigo, nada personal, pero es que sentía que también debía estar solo en ese momento.

De alguna manera me las arreglé para que mi amigo viera el resto de lo que había en exhibición sin mí, yo por mi parte había entrado a la segunda sala, ésta era más grande que la primera y consistía en dos ambientes. En el primer ambiente había un cuarto en el centro; donde se estaba proyectando, en enormes telas blancas, dos videos sin sonido; en el segundo ambiente, un enorme cubo pendía del techo y en sus cuatro lados, que daban directamente a las paredes, se proyectaban cuatro videos más; yo decidí entrar primero al cuarto donde se proyectaban los dos primeros videos. Ese nuevo corto era de un Irlandés, que había grabado, en un cementerio de autos, a una grúa que sostenía un electroimán gigante y que trasladaba de un lado a otro varios fierros retorcidos que antes habían sido piezas de autos. Aburrido e interesante.

Cuando acabó el video me paré de la banca donde estaba sentado y entré al segundo ambiente y ahí estaba ella, mi desconocida, sentada con las piernas cruzadas, atenta a un video que se estaba proyectando en el cubo flotante, yo escogí el video que estaba justo al otro lado del cubo de donde ella estaba y me senté también, ahora éramos los dos solos en un ambiente grande y abrumador. Decidido a concentrarme, alzo la vista para ver las imágenes que estaba pasando por mi lado del cubo, pero ¿quién podía concentrarse ahora en el cine, cuando estaba ahí una rama totalmente desconocida y nueva del arte moderno y juvenil, con sus balerinas quietas y con los ojos atentos a un video (para la mayoría de las personas) aburrido? Esta vez no puedo decir exactamente cuánto tiempo la estuve viendo; pero el que haya sido, era poco. Luego pensé que si me pescaba mientras la miraba atentamente iba asustarla, tal vez pensaría que soy violador o alguna especie de psicópata; entonces decidí no verla y hacer un esfuerzo sobre humano para concentrarme en el video que había elegido.

No me acuerdo de qué iba ese corto, porque lo que más recuerdo, es que cuando acabé de ver lo que estaba viendo, bajo la mirada, y esa misteriosa y hermosa chica estaba con los ojos clavados en mí; parpadeé para eliminar toda posibilidad espejismo, pero no era una ilusión, ella en realidad me estaba viendo; entonces decido verla también; estaba totalmente apartado de la realidad, era la chica más bonita de la tierra ¡y estaba viéndome a mí!

El miramiento duró unos cuatro “años amor” o sea unos cuatro segundos, hasta que se paró de donde estaba sentada; nunca esbozó ni una sonrisa, ni un gesto, ni nada; ahí, cuando nuestras miradas se cruzaron por segunda vez, comprendí que estaba perdidamente enamorado de una belleza desconocida.

Luego de ver toda la colección de videos, que por cierto eran fantásticos, salgo de donde estaba y entro a la tercera y última sala, creo que estaba resignado a perderle el rastro a mi desconocida, que había desaparecido misteriosamente.

La tercera sala era la más pequeña de todas y solo se proyectaban tres videos, escogí el que parecía más aburrido, el que estaba al otro extremo, pasando por las dos restantes pantallas gigantes; me senté en una banca larga para tres personas y está vez yo era el único en esa sala oscura y aterradora, ¡era genial!

El video comienza y un momento después el eco de unos pasos me hacen ver curioso al otro lado de la sala, por la puerta; el sonido le pertenecía a mi bella desconocida, ella estaba ahí, estudiando los videos. ¡Dios, estaba hermosa!

Luego de quedarse quieta por un momento, y contra toda probabilidad, cruzó la sala entera y se sentó a mi lado, el corazón comenzó a golpearme el pecho con más fuerza, mis glándulas sudoríparas estaban soltando el mejor aroma de mis feromonas, mi espalda ensayaba su mejor postura, mis dedos tronaban, mis rodillas temblaban, mi razón estaba preso en Larco Herrera y los dedos de mis pies estaban ovillados como fetos; DEMONIOS, sentarse justo a mi lado era un: “Tómame Tonny , ¡¡TÓMAME!!”

Cualquiera en mi posición habría iniciado una conversación con ella y después la habría ametrallado con un montón de preguntas: ¿Quieres ir al cine? ¿Quieres ir a tomar un café? ¿Cuál es tu nombre? ¿Te gustaría ser la madre de mis hijos? Pero por alguna razón no hice eso, solo me quedé sentado los veinte minutos que duró el video en absoluto silencio. Cuando comenzó a proyectarse los créditos, sentí que era momento de preguntarle su nombre, pero mis labios no lograba articular ni una palabra; de reojo vi a la desconocida que paseaba la vista por el suelo hasta llegar a mis zapatos, luego me mira el rostro y después mira a la pantalla nuevamente, donde estaban pasando los créditos, ¿Qué ser humano, en uso consciente de sus facultades, se queda viendo los créditos por cinco minutos? ¿Más aún cuando parecen ser nombres rusos y con una tipografía totalmente desconocida?; eso me hiso estar seguro de que ella había visto algo en mí que le resultaba ¿acaso simpático? “¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PREGUNTALE SU MALDITO NOMBRE!!!!!!!!!” Gritaban en mi cerebro, pero no podía, no quería, no podía, no sentía que era lo correcto, ¿mencioné que no podía? “¡¡¡¡¡¡¡Esta es la última SALA!!!!!!!” Me recordaba a mí mismo. Cerré los ojos por dos segundos para tomar valor y cuando los abrí decidido a casarme con esa desconocida, vi que ella ya se marchaba lento, me quedé viendo la silueta de su escultural cuerpo mientras se alejaba, salió de la sala justo cuando una pareja entraba y se sentaban al frente de la primera pantalla, yo estaba viendo la puerta por donde había salido mi desconocida.

Cuando recobré la razón, me di cuenta que ella probablemente ya se habría ido del museo, enseguida corrí hacia la segunda sala en busca de mi amigo y a jalones logré convencerle de que era hora de irnos.

—Tenemos que encontrarla digo —mientras la recepcionista nos da la despedida con una gran sonrisa.

Caminamos y no había rastro de ella, nos separamos para buscarla, nada; corrí sin rumbo y, asustado de no volver a verla nunca más, la busqué, Nada; “piensa, piensa, piensa” susurré “si yo fuera una desconocida muy guapa, ¿por dónde me iría?” Caminé y troté, troté y caminé, estiré el cuello como un suricato para ver mejor, pero nada, no había rastro de mi desconocida.

—Tanta cosa por una mujer bonita —me dice mi amigo y señala con la mano—, mira, ahí hay otra chica más bonita.

—Es que no se trata de sólo una chica bonita —digo reprochando su comentario—, ¿te has preguntado cuantas chicas hay que sienten tanto amor por el arte audiovisual? ¿Acaso no lo entiendes?, esto es mil veces mejor que ver a una mujer guapa en una biblioteca.

—Tienes Razón —dice.

—Claro que la tengo; además está el hecho de que, no solo miraba los videos y los cuadros, sino que los comprendía y los apreciaba con pasión, justo como yo; sin mencionar que me miraba con el mismo interés que yo la veía a ella.

Luego de contarle los pormenores de mi estadía en el museo, y de lamentar mi cobardía o lo que haya sido, que me hiso quedar paralizado sin poder pronunciar media palabra, nos despedimos y nos marchamos. En el camino aun seguí buscándola, nada.

Ya más calmado, ahora que estoy en mi casa y después de un buen baño con agua fría, pienso que eso es el amor perfecto, un instante en el que compartes algo, un mismo interés o una misma pasión. He clasificado ese encuentro, con mi bella desconocida, como “perfecto”, porque nos vimos, nos gustamos, nos amamos, amamos el cine, y porque fue el momento ideal más bonito e intenso que he tenido. Estoy seguro que la magia de ese encuentro, bonito y casual, vivirá en nuestras mentes el resto de nuestras vidas, y quizás tenía que ser así, porque tal vez su nombre no haya podido describir la belleza de esa mujer, o tal vez el tono de su voz no iba a ser digno de tal belleza o viceversa; tal vez al descubrirnos más, en una utópica primera cita, nos hubiéramos terminado rechazando. Aun que haya sido un amor efímero, también ha sido un amor perfecto, porque no acabó mal y porque fue reciproco.

Si por esas travesuras del destino algún día lees esto, mi bella desconocida, escríbeme; porque odio la perfección. ¿Quisieras ir a tomar un café conmigo?

J. Edgar

domingo, 25 de abril de 2010

NO SOY MIS LABIOS

Te beso en la boca, en la frente y en todos los rincones de tu rostro, mis labios se mueven solos, hechizados; yo no soy, mis labios son, soy mis labios y mis manos ahora. Bajan mis labios por tu cuello y mis manos con las tuyas; una fragancia nace de tu cuello, me conviertes en adicto. Escucho tu respiración y la melodía de “The reason” desaparece.
Una y otra vez, con la destreza de una tortuga en tierra, paseo por tu cuello y casi tu hombro, te estremeces; sé que quieres parar este trance, ¿no puedes? Yo siento lo mismo, continuo. Te beso a siegas ¿estás cerrando los ojos? También yo; tú eres tu piel, tu cuello y yo soy mis labios, no somos nosotros, nosotros no estamos, no nos vemos, me detengo; te miro y me esquivas avergonzada.
Mírame a los ojos, después de besarnos mírame fijamente a los ojos y piérdete como yo me pierdo en los tuyos, reconóceme.
Con soberana libertad mis labios se entregaron a los tuyos, son tuyos ahora, mis ojos quieren hacer lo mismo, no les huyas, no seas tímida y mírame a los ojos fijamente; ellos quieren que los reclames y los proclames tuyos, así como tu cuello y los hoyuelos de tus clavículas reclamaron como suyos a mis temblorosas manos, o así como cuando tu aroma virgen acaba con todo sentido de democracia nasal y me hace esclavo de tu único olor, así mis ojos también quieren ser tuyos; por primera vez quieren someterse a un solo régimen autoritario, reclámalos con justo derecho, pues es a ti a quien quiero dárselos; ellos te quieren, mis labios te quieren, mi sentido del olfato no quiero otro olor que no sea el tuyo y tampoco mis oídos quieren escuchar otro nombre.
Ya no soy mis labios, mis ojos, mi piel, mi nariz o mis oídos; soy yo nuevamente y te quiero.

J. Edgar

lunes, 22 de marzo de 2010

LA GUAPA MÁS BELLA (Una carta desesperada e incoherente)

NOTA: Sólo tú entenderás.
Es gracioso como es que se llega a conocer a los amigos, especialmente a aquellos que serán trascendentales en tú vida y aun no lo sabes, de hecho uno nunca sabe nada de mañana, quizá conozca a mi futura esposa, yo, no sé.
Últimamente, no lo voy a negar, me estaba gustando estar a tu lado, tu aroma, tu compañía, tu sonrisa, me gusta todo; comenzaba a sonreír sin motivo mientras te recordaba.
Eres linda, tú más que nadie debe saberlo, pero ese no es el punto, el punto es que me gustas más de lo debido; no había deseado los labios de nadie hace mucho tiempo, al menos no tanto como deseé los tuyos, creo que quería atrapar de un solo beso, toda la belleza que dibujan tus labios cuando sonríes.
Al pensar en tu boca todas las noches, una leve corriente incómoda, como una suave tortura, sube por mi pie izquierdo, llega a mí estomago, mi pecho y llega por fin a mi cabeza: celos. Debieron ser miles los “aves de rapiña” que te dijeron lo mismo, tratando de conseguir una sonrisa o el premio mayor: un beso; Los imagino hablando contigo, viendo tu boca y deseándola, perdiéndose en tus labios carnosos, muriendo y a la vez sintiendo celos de otros como yo, que se dieron cuenta de la magia que encierran tus labios, retorciéndose —una vez más— de celos silenciosos e incómodos, celos de closet, celos no declarados.
No quiero desilusionarte, esto no es una declaración de amor, no encontrarás ninguna pregunta cómo: ¿quieres estar conmigo?. Solo quiero hacer una radiografía de mis sentimientos, dudas y demás emociones que me invaden cada vez que pienso en ti.
Me gustas un huevo, pero hoy entendí que quiero ser tu amigo, quiero abrazarte una y mil veces más, quiero que me abraces y pretendo que cuentes conmigo en lo que sea; Pero, rayos, esto ya te lo dije, lo que quiero decir es que me muero de ganas por ser un súper amigo; ayer me enamoré de la bonita amistad que puede nacer entre tú y yo o que ya nació y está en pañales, pretendo que esta carta sirva para entender los dos, que para mí no eres cualquier persona, de tómala y déjala, eres algo más.

P.D. Escribí una vez: “Belleza: alguna gente la define como la perfecta armonía entre la simetría y balances de ciertos tonos de la piel. Otros en su ignorancia, prostituyen más el concepto de belleza que tengo, otorgando el titulo de bella, beldad y hasta de venustez, a mujeres que sin más que ofrecer pasean las carnes expuestas, aspirando sólo a cumplidos improvisados y libidinosos desde la clandestinidad. El concepto de belleza, para mí, es algo más complejo; que por supuesto incluye la hermosura física y sobre todo un sinfín de valores.
Por tanto, no me atrevería a decir: “wau que chica más bella”. a una desconocida, como aquellos cazadores de chicas guapas que existe en el hi5 y el face book; y que seguramente dicen lo mismo a toda chica qué ven con poca ropa y hacen, del sitio de ésta, un foro para pervertidos y lujuriosos hombres barriobajeros.”
PP.DD. Eres una de las guapas más bellas que conozco.
Atte: J. Edgar.

miércoles, 17 de marzo de 2010

CANALLA SENTIMENTAL

NOTA: Yo escribí esto antes de que Jaime Bayly publicara una novela con el mismos título, esto quiere decir que: o me copiaron el título, o Jaime Bayly también se imaginó a un protagonista acosado por el recuerdo de una mujer (bueno, quizás en su caso el recuerdo de un varón) y los conflictos sentimentales que eso causa; y, si bien esta historia no es estrictamente la misma de entonces, el tema central si lo es, por lo que la originalidad del título no se debería cuestionar en ninguna circunstancia.

SÁBADO

Esa canción comenzó a sonar. Nunca estuve más triste.

“Siento que jamás te podré olvidar
por todos los momentos que me has hecho llorar
creo que jamás te podré borrar
y en mi mente estarás atormentando nada más...”


— Lo siento Marce, esto no va a funcionar; tenemos que terminar —Digo.
— !Que! o sea ¿me has hecho sudar por las puras? —Dice notoriamente contrariada y furiosa mientras se sienta y se cubre el pecho con las sabanas blanca de su cama.
— Lo siento de verdad; te quiero pero como a una amiga, lo siento de veras —Digo. Me visto y salgo de su departamento, ella me ve bajar las gradas sin decir nada, sollozando.
La canción sigue sonando en mi cabeza:

“…porque yo estaba mucho mejor sin ti
y ahora tengo que pagar por un amor que no me dan…
(Siempre) siempre, siempre estarás en mi mente corazón…”

Entro a mi cuarto, prendo la computadora, Massiel no ah respondido el mensaje que le envié un día antes, me siento mal y quiero tener la compañía de una mujer, es una mala costumbre, lo sé, —si Massiel no viene entonces llamo a Fiorella— pienso al tiempo de que agarro el celular y marco el número de Fiorella.
— Hola Fio ¿te desperté? —Digo.
— No, no te preocupes, ¿qué ha pasado? —Dice bostezando.
— Nada, nada, es que quiero verte mañana, ¿vienes?
— Está bien, espérame a las 4 de la tarde ¿ya? Hasta mañana.

DOMINGO

Fiorella y yo estuvimos en mi cuarto escuchando música y teniendo sexo una y otra vez en todas las poses que conocíamos.
Ya en el quinto Orgasmo, noté que el condón se había roto, cuando le pregunté si era un día peligroso me respondió asustada que sí; no dudé mucho en ir a la farmacia y comprar una tableta de esas famosas pastillas conocidas como “Pastilla del día siguiente”; se tomó una y nos relajamos desnudos en la cama.
Recuerdo la canción de ayer y a mi ex enamorada —por mí que se jodan todas las chicas, yo no me vuelvo a enamorar en mi puta vida— pienso y casi enseguida Massiel viene a mi mente y me siento mal, porque en este instante preferiría estar con ella que con Fiorella —Fio es solo sexo— pienso mientras recorro con la vista su cuerpo de curvas perfectas y senos firmes —por el contrario, y aun que no estoy enamorado de Massiel, ella me inspira ternura y ganas de abrazar— pienso y se me dibuja una sonrisa en el rostro.
— Fue el mejor orgasmo que tuve —dice Fiorella empapada de sudor y todavía excitada.
Esa frase levantó mi ego, tuve nuevamente una erección y la penetré solo un momento como agradeciéndole el cumplido. Luego caminamos por un parque cercano, sentí que le debía eso, cenamos en un chifa y se fue, le pedí que no vuelva nunca más y que elimine todo contacto conmigo, no quiero lastimarla o quizás no quería lastimarme yo.
Al regresar a casa entré a internet. Un mensaje de Massiel:

“Hola, lamento no haberte escrito antes, se me presentaron muchas cosas en el trabajo y apenas tuve tiempo para respirar, te extraño mucho, espero verte mañana, llámame a este número…
Tu fan numero uno: Massy”

Me sentí una porquería, una rata de desagüe, un insecto rastrero y repugnante; ella pensando en mí y yo en la cama con otra chica.

LUNES

Hoy viene Massiel, mi princesa, está princesa a quien no quiero pero que es mía. Espero en la calle, es puntual, la veo doblar la esquina, lleva una falda jean apretada (casi una minifalda) y un polo escotado, está preciosa, dos tipos la ven morbosamente mientras ella camina meciendo con orgullo sus generosos atributos. Cuando me ve, me regala una gran sonrisa y me abraza, entramos a la casa, me cuenta que está cansada y que quiere dormir un rato, que invirtió casi toda la noche haciendo una monografía, pero yo no la escucho y me entra una exitación incontrolable que me hacen ahogar sus quejas con suaves besos en la boca y a la vez pretendo quitarle la ropa con las manos, con los pies, con lo que sea; pero es en vano, está demasiado cansada. La dejo dormir.
Massiel y yo no somos enamorados, creo que en el fondo tiene una vaga esperanza de que algún día podamos ser una pareja estable, —ahora no puedes estar con nadie, Primero tienes que olvidarla— me ah dicho cuando le pedí que acepte ser mi enamorada.
Ahora está ahí, recostada en mi cama y yo escribiendo esto; me volteo para observarla de cuando en cuando, la luz tenue de mi lámpara me deja ver a una mujer bella, de cuerpo esbelto, cabello delgado, lacio y castaño claro, cabellos de ángel; senos medianos, un trasero soberbio y un rostro de rasgos finos, me gusta muchísimo; es, creo, la mujer más guapa que ah estado conmigo en la cama.
Ah pasado como media hora y sigue durmiendo, —parece un ángel— pienso y me odio inmediatamente por no poder quitarme ese otro nombre de mi cabeza y amar como se debe a esta chica que comienza a despertar.
— Esa canción me encanta —es lo primero que dice a medio bostezo.
— sí, es muy bonita —digo a los diez segundos que, esa canción de Counting crows “I am ready”, comienza a sonar por los parlantes de mi computadora.

2 horas después…

Sus lágrimas cayeron sobre mi almohada, pues luego de muchos besos y caricias, le pedí que entregara su virginidad a otro chico, alguien que esté realmente enamorado de ella; ni bien terminé de pronunciar la última palabra de mi frase cobarde y sínica, comienza a llorar desolada y me odio nuevamente, pero ahora con más intensidad.
Mientras llora cubriéndose con las almohadas, pienso que de todas las chicas que han llorado frente a mí, Massiel me duele más. Intento consolarla, pero cada cosa que digo la pone peor, le acaricio un hombro y se calma un poco, hace un esfuerzo para ya no seguir llorando, me mira fijamente a los ojos y veo el dolor en su alma, —está mujer estuvo a punto de entregarme su virginidad en veces pasadas, pero no la tomé por que le dolía horrible— pienso, —es como si te sacaran una uña— me contó.
Massiel aún es virgen y si no fuera porque me confesó sobre su menstruación de hoy día, abría hecho todo lo posible para desvestirla, y de una vez por todas hacerla mía; ella sabe esto, sabe que soy un canalla, pero a pesar de todo me guarda una mirada compasiva, una tregua tácita que me libera un poco oxigeno.
— Sabes, creo que no debemos volver a vernos—. Dice rompiendo ese incomodo silencio.
— Tienes razón —Digo y me siento un miserable; lloro—, ¿No podemos ser amigos?—. Pregunto; pero no me contesta.
Se seca los ojos y finge una sonrisa, me mira con dulzura, se disculpa y dice que ya se va, que es muy tarde, me da un beso en los labios y se pone de pie, me paro frente a ella y le pido un abrazo, ella me lo da sin dudar y sé que es la última vez que la estrecho contra mi pecho, me lo han dicho sus ojos y a diferencia de mis demás ex enamoradas, siento que estoy a punto de perder a la mujer más linda de Lima, del universo ¡Por qué demonios no puedo enamorarme de esta chica!
Antes de despedirse me prometió ser feliz o al menos tratar de serlo, me dejó su carmín y una papelito arrugado donde decía: “Entre los hombre y las mujeres no es posible la amistad. Hay pasión, enemistad, adoración, amor, pero no amistad”.
Ella ya se ha ido, Me hecho en la cama que está desordenada, huele a Massiel, me gusta su olor, un olor a mujer virgen, a inocencia pura, a diecinueve años.
Sus lágrimas cayeron sobre mi almohada, y aún siguen mojadas.

MARTES

Salí como a las seis de la tarde a un bar por la plaza San Miguel, donde sonaba fuerte una canción de Julieta Venegas “El listón de tu pelo”. Yo tomaba un cuba libre doble.
— Hola chino —grita una voz femenina—, ¿Qué haces acá? —Volteo, se trata de Mery.
— Hola; nada, nada, ahogándome un toque, ¿Has venido sola?— Digo.
— Nop, vine con Lucia, la acompañé porque tenía una cita a ciegas con ese pata— dice y me señala un hombre moreno y alto que parece estar divirtiendo a Lucia, una chica de hola y chao.
Hablamos un rato, pero pronto me aburre su monologo fingido de niña bien, me paro y acerco mi rostro para despedirme y darle un beso en la mejilla pero ella me esquiva.
— ¿Me vas a dejar acá? — Dice.
— Es que quiero ir descansar —me disculpo.
— No pues chino, hay puras parejas en este bar, no me vas a dejar solita ¿no?
— Es que no me gusta mucho la bulla.
— A mi tampoco, pero quédate un toque conmigo pues, no seas malito.
— No, ya es tarde y me tengo que ir, pero si quieres vamos a mi casa, allí podemos estar tranquilos, ver una película o algo.
— Ya pues —grita animada—, compramos un vinito y a ver si nos animamos con eso ¿ya? Porque pareces un fantasma— dice, y yo afirmo con la cabeza. Pronto salimos de ese conocido bar

MIERCOLES

— ¿Estás bien? —Se despierta Mery—, porqué no apagas la computadora y sierras los ojos, ¿no tienes sueño? —dice Mery cuando me ve escribiendo en la computadora.
— No, no sé qué me pasa no puedo dormir —Trato de sonar amable—, hazme un favor ¿ya?
— ¿Cuál?
— Bésame en la mejilla —Digo esto mientras me hecho en la cama al lado de Mery; me da un beso en la mejilla, me mira—. No, así no, tienes que besarme muy suave y muy lento —Digo.
— No me jodas pues Joaquín, acabamos de tirar, ¿No te basta con eso? o ¿También quieres sentirte querido? Porque te aviso que yo no te quiero ah.
— Por favor, será sólo por esta vez —Ruego. Ella me da un beso más suave y lento, tal como le dije—. Falta algo —digo después.
— ¿Ahora que hice?
— Nada, nada, sólo tienes que susurrarme algo después de darme el beso.
— ¿Qué cosa?
— Que me amas.
— ¿Ah?— dice casi gritando.
— Por favor será sólo un experimento ¿está bi…?
— Okay, okay —me interrumpe. Luego me da un beso y me dice que me ama tal como se lo pedí.
— No, no, no, falta algo —Digo, ella se exaspera y me manda a la mierda—. Por favor, sólo una vez más ¿ya? Por favor—. Suplico.
— La última chino ¿Okay?
— Okay, espera un toque—. Me levanto de la cama, y busco una canción en la computadora, veo a Mery que desnuda, me mira confundida.
— Cuando te diga “ya”, lo haces, ¿ya?—. Le indico y ella afirma con la cabeza. Me hecho en la cama, la canción suena, cierro los ojos y me concentro, pienso en los últimos cuatro días, en lo imposible que me ha resultado olvidar a una mujer, y me asusta pensar que no podré querer a alguien como a ella y, de varias formas, eso me confunde; no sé si debo dejarla ir y resignarme a no verla más, o luchar porque estoy completamente convencido de que una sensación así, de paz y alegría, no se volverá a repetir nunca más y tal vez por eso valga la pena luchar; pero a la vez pienso que quizás sea una lucha aún no comenzada y perdida.
La canción empieza a sonar, escucho las letras con emoción y se me hace un nudo en la garganta, —si yo hubiera escrito una canción, sería idéntica a esta— pienso.

“…El color del final de la noche, me pregunta: ¿Dónde fuí a parar? ¿Dónde estás?
Que esto sólo se vive una vez, ¿dónde fuiste a parar? ¿dónde estás?...”


“Estoy en mi cama, desnudo y con una chica casi desconocida, son las cinco de la mañana y el color de la noche me pregunta ¿dónde estoy? ¿Qué estoy haciendo?” pienso y una lágrima se desliza por mi mejilla.
La canción me muestra imágenes a colores de esa persona a quien quise mucho o quizás todavía quiero; dibujo en su rostro un gesto de alegría, esa misma sonrisa que me regalaba cada vez que me veía, ese brillo en sus ojos grandes, que me estremecía por completo y sus dedos, que se entrelazan con los míos; y sus dedos, que se deslizan por mi rostro; y nuevamente sus dedos, acultandose debajo de alguna chompa gris.

“…un olor a tabaco y chanel y una mezcla de miel y café, me preguntan por ella… Me preguntan también las estrellas, me reclaman que vuelva por ella…”

— Ya, ahora— digo, ella me da un beso suave y lento, me concentro para pensar que no es Mery la dueña de esos labios.

“…Una rosa que no floreció, pero que el tiempo no la marchita
Una flor prometida, un amor que no fue, pero que sigue viva…”


— Te amo —Me susurra a dos centímetros de mi oído.
— Yo también —digo, perdiendo todo sentido de ubicación—, aún te amo.
— ¿Por qué lloras? —me pregunta.
— Sí, así era —digo luego de un suspiro y aún con los ojos cerrados y mojados.
— ¿qué cosa? —pregunta.
— Sus besos.

“… ¿Dónde fuí a parar? que esto sólo se vive una vez…”



J. Edgar

SIEGO

Te amo porque me conoces,

y a presar de eso me quieres.

Te amo porque te conozco,

y a pesar de eso te amo.

Te amo con cuatro de mis sentidos,

Porque no te veo:

“Esa superficie que me estremece antes de tocarla.

Ese Idioma inventado de susurros verdes.

Tu aroma libre de otros aromas.

Un sabor rosado que apenas he probado.”

Y sobre todo te amo cuando cierro los ojos,

y apareces.