jueves, 17 de marzo de 2011

DE REPENTE YA NO ME GUSTA LO QUE ESCRIBO


De repente hay algo dentro de mí
que me hace suspirar cuando te recuerdo; 
es la analogía de la vida en un segundo, 
antes de morir.
Soy, de repente,
una guitarra quieta 
que ha matado a quien la tocaba perfectamente. 
Los dos cuerpos tirados, inmóviles, muertos.
De repente comprendí que no podía tener todo lo que quería; comprenderás, ahora que estoy muerto, 
que eres todo cuanto quería.

Si te mentí, no fue por mucho tiempo, 
de repente te decía la verdad; 
quizás deberías haberme creído cuando dije que te quería.
Tratando de no pensar en ti
(es que no hay remedio para nosotros), 
y porque no se me ha ocurrido otra cosa, 
aún le escribo al amor; 
Y De repente no me gusta lo que escribo.

J. Edgar




jueves, 10 de marzo de 2011

Cien años de ti, ojalá

Mientras más escribo y leo lo que escribo, me doy cuenta que no sé escribir; y que para siquiera pensar considerarme un seudo escritor, me falta muchísimo. Hoy Leí cada cuento y cada carta que escribí y que archivé en un cuaderno, hojas sueltas y uno que otro correo electrónico; y a pesar que he mostrado un atisbo de cierta evolución literaria, recordé que me gusta más lo que te escribía o lo que escribía pensando en ti. Después de eso “inspirarme” resultaba trabajoso, los papeles arrugados y las hojas en blanco eran muy frecuentes en mi frustrado intento por crear algo bonito; era un contraste maldito entre la naturalidad con qué fluían palabras y las horas sentado en mi escritorio mirando impotente el lápiz y el cuaderno vacio. Entre el pasado y el presente. Es que cuando se trata de ti, el término “esfuerzo literario” es un contrasentido en todo su esplendor, una falacia exquisita, porque el único esfuerzo que supone escribir sobre nosotros juntos, es levantar el lápiz; lo demás es respirar. Podía pasarme horas pensando en ti y sólo me tomaría veinte minutos escribirte el mejor de mis cuentos; después, quizás como García Márquez, trataría de imitar mi obra maestra, sin conseguirlo nunca.


J. Edgar