miércoles, 27 de marzo de 2013

Introspección


          No sé si esto es correcto. No, definitivamente esto es incorrecto. Aunque no sabrías que está escrito para ti. Así, no sería ni correcto ni incorrecto. Tal vez pensarías que es sólo un texto cualquiera, sin trascendencia ni para ti ni para nadie. Pero podrías sospechar. En ese caso tendría que camuflar muy bien lo que quiero decirte para que sea mínima la sospecha. A pesar de que una sospecha sigue siendo una sospecha: sin rigor científico y sin ningún otro tipo de rigor. ¡Aguanta! Hay un problema: cómo le dices a alguien algo que sólo esa persona podría comprender, sin que se dé cuenta de que es lo estás diciendo. ¡Pinche problema! A no ser que… a no ser que esa persona piense que hay otras mujeres en mi vida que también podrían entender lo mismo. Aunque… mmm …aunque, así, la sospecha se acercaría peligrosamente al límite con la certeza. No, no me conviene. Pero por otro lado ¿qué hay de malo en que te lo diga? Al fin y al cabo somos amigos ¿no? Y los amigos se dicen, de alguna forma u otra, lo que quiero decirte. De repente no de la manera dramática como lo estoy haciendo, pero se dicen. Bueno, en realidad no te estoy diciendo nada; Salvo que que estés completamente segura de que esto es para ti, si acaso lo leyeras. Y si así lo hicieras, tal vez pensarías que no hay nada de malo (ni extraño), porque supondrías que yo les digo lo mismo a todas mis amigas ¿no? Aunque, como dije, no de esta forma dramática. Creo que ese sería el problema: la forma como te lo digo.
          ¿Y si te lo digo y ya? Sin tanto drama y sin tantas palabras “oye sabes qué...”. Sería una manera rápida y simple de terminar con esta catarsis mental ¿no? Si, creo que sería más simple. Pero yo no soy un tío simple. He ahí otro problema. Como si no fuera suficientes los que ya tengo.
          Bueno te lo diré de todas formas porque no puedo callar esto que se me escapa como ratón en jaula de león. Pero (a pesar que quiero que lo sepas), no quiero que lo sepas ¿se entiende? Es como queriendo sin querer ¿no se entiende? Es que no me tienes paciencia pues... pero ¡aguanta otra vez! quién no me tiene paciencia si estoy hablando conmigo mismo: solo. Ni siquiera estoy hablando contigo ¿o sí? … ¿Hola? … ¿Hay alguien ahí? … No, no hay nadie, estoy solo. ¡Rayos! Qué complicado resulta decir algo que quiero y no quiero que sepas. Hasta he comenzado a alucinar por tu culpa. Mira, para que me entiendas, esto es como si quisiera escribirte una carta sin tener que mandártela  y que lo leyeras... ¡Ah carajo, esto se está complicando!… ¡Pero claro! ¡Mi blog! Puedo escribirlo ahí como un texto común y corriente; y después mandarte un mensaje privado diciendo “ah mira escribí algo nuevo en mi blog, se llama Introspección y está en mi muro; a ver si lo lees cuando tengas tiempo”. Por supuesto. Fingiría desdén, y te incitaría a que me leyeras como quien no quiere la cosa. Como un comentario suelto, tú sabes, como amigos. ¡Que genial idea se me acaba de ocurrir! además, podría mandárselo a muchas amigas y así tendría una coartada ¡Es perfecto! … Ah no, espera… no es tan perfecto. Sigue el detalle de que serías la única chica (porque ciertamente lo serías) que pudiera entender el mensaje en su real dimensión. ¡Qué cólera! pero sabes que, no importa, te lo diré te todas formas porque… porque… ¡pues porque sí! a secas como te gusta: 
Si estar enamorado de ti me hace ser una nena, entonces soy lesbiana. Te quiero.
                                                                                            
                                                                                          J. Edgar

1 comentario: