lunes, 3 de agosto de 2009

NO TE APAGUES POR FAVOR

"Fotografía: J. Edgar"

— …¿entonces qué hago Diosito? Sólo quiero ser feliz, ayúdame por favor—. Dice Jose con lágrimas en los ojos.
José está arrodillado en el piso y apoyado en la cama, cuando escucha una voz de ultra tumba que dice:
— J-o-s-e.
— ¿Di-Di-Dios? ¿Eres tú? —pregunta Jose incrédulo.
— J-o-s-e —. Se vuelve a escuchar la misma voz.
— ¿Eres tú, Dios? ¿Respóndeme por favor?
— Así es —se aclara la voz poco a poco—, que pasa hijo mío, ¿por qué estás tan triste?
— Es que tengo una pena en el corazón y…
— ¡Otra vez con eso! Son once meses que me llamas para lo mismo.
— Lo siento, es que quiero ser feliz pero…
— Ya habíamos hablado de esto ¿no?— dice Dios
— Sí, pero…
— Entonces no molestes pues hijo, no eres el único que Ora, tengo que atender cien mil niños irakíes que se han quedado sin padres, y tú me vienes con esa vaina, no pues, no hay forma.
— Lo siento diosito no volveré a llamarte por tonterías.
— Claro pues hijo, no te puedes pasar la vida quejándote de lo mismo, ya cambia de tema, me aburre leer tus cartas.
— Lo siento Diosito —José comienza a llorar porque se da cuenta que hasta a Dios le parecen estúpidos estos problemas —, no te quito más tiempo Diosito, anda ya que te están esperando.
Dios estaba a punto de irse cuando una especie de remordimiento divino invade su corazón y…
— Jose, espera hijo. Lo siento.
— ¿Ah?
— Es que tú tienes la culpa pues, todos los días es lo mismo, pero mira acabo de recordar que hay una chica que está disponible ¿la quieres?
— No sé ¿cómo es?
— A ver: es de talla media, El cabello castaño oscuro y tiene un peinado… — Dios hace una pausa tratando de buscar un adjetivo apropiado—. a ver cómo te digo... es indescript…
— ¿Liz Paola?
— Si, es ella, ¿cómo lo supiste?
— Una corazonada — dice jose —, pero Diosito de verdad crees que ella….
— ¡Hay! no te hagas, bien que llorabas como una niña por ella en el coleg...
— ¡Eh! ¡eh! ¡eh! ya pues, alguien te puede escuchar.
— Ahora dime rápido, que hay otro chico que también está interesado en ella, creo que le dicen Edu.
— Ah, sí, ella lo quiso mucho, supe que estaba muy enamorada de él, pero es un patán, el no le haría feliz.
— Como sea, dime ¿te parece bien?
— Yo feliz pero no creo que ella…
— Vamos hombre, ella te ah querido siempre.
— ¿Estás seguro?
— Pero por supuesto, solamente que tú eras un poco… tu sabes… este...
— ¿Estúpido?
— Bueno en teoría...
— ¡Dilo!
— ¡Ya bueno, eras muy estúpido! —dice Dios precipitadamente—. Pero ella te ah querido José.
— Yo también la quiero, siempre la voy a recordar con cariño, pero ya no le intereso Diosito y la verdad eh perdido todo contacto con ella, ya ni chateamos, ni siquiera debe pensar en mí
— ¡Oye! ¿Con quién estás hablando?
— Con Dios.
— Ya pues, yo puedo hacer milagros ¿no? — dice Dios orgulloso
— Eh,… yo…
— — ¡ah! ¿no me crees? —reta a José —, abre tu Messenger.
— ¿Qué?
— ¡Que abras tu Messenger eh dicho!
— Ya, ya, Ya está.
— Un rato… Espera: 5, 4, 3, 2, 1 — un mensaje en la pantalla: P@ito acaba de iniciar cesión—. Te dije o no te dije.
— Sí, pero no me va hablar. La conozco bien —José se queda viendo la pantalla —. ¿Dios, y que va a pasar cuando me hable?, ¿Diosito?, ¿ya te has ido?
“Eres una bestia” piensa dios mientras se marcha en silencio.
No pasa ni un minuto cuando:

P@ito dice:
Hola Jose.
J. Edgar dice:
Hola Paola, como estás.
.
.
.

Entonces es cierto: Esa llama no se ha apagado aún; se ah mantenido siempre allí, donde estaba, donde siempre estará, como una promesa hecha para no romperse nunca y que nos recuerda que aún podemos ser felices. Eres una velita, eso sé; una velita encendida en lo profundo de una oscuridad cavernosa que me rodeaba, no sé más, no veo más, solo una velita; y por ese instinto de supervivencia que me ah mantenido vivo hasta hoy, me dirijo a ti, la velita; el camino es un poco largo y accidentado, pero no lo dudo ni un momento, es lo único que tengo o que me queda o que dios puso ahí, entonces no me queda otra cosa que ir hacia ti. Parece, con cada paso que doy, que hago inquilino a un sentimiento distinto en mi interior, ahora es un conjunto de sentimientos cada vez más profundos; entre todo eso, logro reconocer un poco de angustia y miedo. ¿Acaso te apagarás velita? mientras camino, repito varias veces: No te apagues por favor.
J. Edgar

jueves, 30 de julio de 2009

SUPER-ROLLO

Era de noche en la ciudad gótica y los malhechores estaban apunto de cometer su siguiente crimen, Batman se dirigía a impedir una vez más otro crimen en la ciudad (sonido de motor de carro) Faltando escasas cuadras para llegar al lugar del atraco y mientras Batman se alistaba para detenerlos, la gente que aclamaba a Batman ahora se queda muda, mira al cielo y al ver algo volando (sonido aéreo) empieza a especular:

— ¡Es un pájaro! —dice uno.
— ¡No, es un avión! —dice otro.
— ¡No, es tu vieja! —dice un tercero.
— ¡Oe qué! que pasa huevón, ¿te me achoras creo?
— No enserio huevón es tu vieja.
— ¡No! ¡es Super man!

Superman llega enseguida a calmar la situación (golpes) donde los malhechores estuvieron a punto de consumar su crimen y toda la gente comienza, ahora, a aclamar a superman. Batman que acaba de llegar está atónito y ve a Superman hacer su trabajo y con el seño fruncido grita:

— ¡Superman! ¡¿Qué m… (Pitido) haces acá?!
— Defendiendo a la batería pe causa — dice superman.
— Según la constitución, en el manual del super heroe en el articulo…..
(Murmullo) tu no puedes meterte en mi zona.
— ¿Qué Zona?
— ¡Mi cabe-ZONA!
— Ahhhh
Después de disputarse la zona por unos 20 minutos (sonido de reloj) y como los dos querían que esa calle, oscura y llena de malandrines, sea parte de la zona de cada uno, decidieron disputársela en una lucha sin cuartel y mientras se preparaban para batirse en duelo discutían:

— Causa yo te voy a ganar, yo soy super man pe — dice Superman mientras
Batman con la mirada fría y calculadora media a su oponente.
— Mira brother voy a rebajarme a pelear contigo, sucio, vulgar y ordinario super-heroe de pacotilla, pero no me toques mucho ya que se me puede pegar lo huachafo.
— “Tsss” …chera no me hagas amargar ta te estás metiendo con el sector, ta que te tumbo el quiosco, no me conoces ah, o te llevo a la trinchera, como es? — Dice Superman cada vez más enojado.
— Puta habla más allá brother te apesta la boca y no dejo que el proletariado se acerque a mi Mercedes ¿manyas?
— ¡oe qué! ¿Así es causa? ya te cagaste ose que por que tienes plata vas a venir a marginar a uno, sa sa sa saca la vuelta nomas que ahorita me aloco feo y te saco la con..(pitido)

“Este granjero me va a sacar la m.. (pitido), es más fuerte que yo, ¿ahora que hago?” Piensa Batman atemorizado porque ya se dio cuenta de los asombrosos poderes del superhéroe de callejón. Superman vuela (sonido aéreo) (bocina reggetonera) a dar el primer golpe.
— Espera, espera, espera —dice Batman y superman frena en seco.
— ¿Qué m.. (pitido) te pasa? —Dice enojadísimo superman
— Es que, puta no sabes tío, me acabo de acordar que tengo que llamar a mi mayor domo para que se lleve el mercedes.
Batman saca el celular de la cintura y marca un numero (sonido de teclas de celular) y termina pronto.
Superman otra vez pisa el acelerador de sus super poderes y vuela muy rápido para asestar el primer golpe pero…

—Espera, espera, espera— dice Batman.
—Qué mierd(pitido) te pasa ahora — dice frenando en seco (sonido-frenada)
—ahora que me acuerdo no puedo pelear contigo porque sino se me pega lo ordinario manyas?, pero como yo soy buena gente te invito unas Pilsen o unas cervezas cristal o sea, me voy a rebajar a tomar contigo y discutirlo como gente civilizada, aun que tú seas una lacra y estés cochino, yo te voy a reintegrar otra vez a la sociedad decente— dice Batman.
Mientras superman se queda pensando en las cervezas, porque lo que nadie sabe es que superman tuvo un pasado alcohólico, Batman ve una gran posibilidad de no tener que lidiar con los súper poderes de de Superman y decide animarlo más.

—Mira causa voy a aceptar tu propuesta, pero que esta sea mi zona ¿está bien?
—Por eso pues, vamos a hablar de eso pero tomándonos unas “chelitas”, como dices tú ordinariamente.
—Ya causa acepto.
Batman que está aliviado pide nuevamente su mercedes por teléfono y a los pocos segundos llega el bati-móvil de Batman.
—AAAAsu que tal cañaza —dice superman— ¿cuánto cuesta una wada así?
—Cállate, huachafo, y sube, pero trata de no tocar el asiento que lo manchas ¿ok?
Batman y Superman se dirigen a una cantina donde sirven la cerveza en bazos de plástico.
—Tmr por qué me traes acá, se supone que tú tienes plata, llévame a un lugar ficho pe.
—Te traje acá para que te sientas en ambiente, además en los bares de primera clase me conocen y si me ven contigo pensarán que también soy un huachafo como tú.
—ahhhh ya
Piden las 3 primeras cervezas.
—Salud, huachafo —dice Batman mirando por encima del hombro a superman.
—tzzzzzzz salud pe varón — dice Superman con arrogancia pues está muy orgulloso de su fuerza.

Luego de tres Horas:

—Puta tio tu siempre me has caído de la ptm— dice Batman totalmente ebrio.
—Causa yo siempre te admiré por que estás así, todo ficho, y en esa jataso pero ahora me doy cuenta de que eres parte de mi batería pe.
—Espérame un toque, ahorita vengo —dice Batman— tengo que hacer una súper cagada.
—Anda nomás que acabo de ver una super jerma.

Y es así como ocurrió: súper man y súper batman terminaron en un cuarto de telo con 4 travestis y un fotógrafo.

J. Edgar

miércoles, 29 de julio de 2009

ANECDOTA

A Teresa; que ah causado de mí, quizás sin saberlo, un gran cambio y una actitud distinta frente a la vida.

Teresa, así se llama la que era entonces mi amiga y hermanita (así nos decíamos). Uno de los recuerdos más vivos y también más divertidos que tengo con ella, fue sin duda, aquella vez cuando fuimos de campamento Teresa, un grupo de amigos y yo. Pasamos el día riéndonos y tomando whiskey, mientras que el “sano” del grupo vomitaba a un costado porque nunca había tomado. Ya eran las seis de la tarde, pero no importaba, pasaríamos la noche juntos como buenos amigos alrededor de la fogata casi apagada, que nos calentaba un poco más en esa noche de verano.

A mi derecha estaba Teresa y al otro costado Maggy, que por cierto era mi enamorada,
Maggy siempre estuvo celosa de Teresa, y sospecho que Teresa de Maggy pero ni una de las dos me decía nada, no tendrían por qué estarlo tampoco, Maggy era mi enamorada y Teresa mi amiga y punto, hasta que esa noche sucedió.

Todos estábamos ebrios, conversando y riéndonos de cualquier cosa, los recuerdos que tengo sobre esa noche son muy borrosas pero fue algo así: Teresa me agarró de la mano y salimos corriendo a los árboles, creo que estábamos escondiéndonos de nuestros respectivos enamorados por que se nos antojó estar solos, así la pasábamos mejor. Llegamos a un lugar entre los árboles del recreo donde estábamos todos; cansados de correr nos echamos en el pasto, agitadísimos pues parecía que habíamos corrido kilómetros, no me acuerdo de qué conversábamos pero lo que haya sido nos hizo reír muchísimo, tanto así que nos retorcíamos en el suelo como idiotas poseídos y fuera de control, viéndonos los rostros colorados por las risotadas que seguramente alguien ya las había escuchado o quizás no, ya más calmada ella, me acarició una mejilla y yo la observo sin gesto alguno, pienso que esta linda, nunca la había visto tan hermosa, quiero creer que el alcohol no tuvo nada que ver en eso, fue muy raro porque al ser mi amiga, había olvidado o mejor dicho no quería ver, lo bellísima que estaba esa noche y todos los días, creo que siempre la consideré alguna especie de divinidad femenina inalcanzable (por sus ojos plomos y su cabello castaño claro) y solamente me conforme con aspirar a su amistad.

Luego de reír como idiotas no recuerdo en qué momento, no sé porque, ella se puso muy seria yo miraba esos grandes ojos plomos, nos agarramos de la mano, nos juntamos, ella pegada a mí y yo sintiendo el calor de su cuerpo, como esos dos grandes senos firmes se apoyaban en mi pecho, nunca había sentido eso: estar tan cerca de una chica y estar tan pero tan nervioso que temblaban mis labios, no lograba reconocerme, solo una sensación extraña de querer quedarme así para toda la vida. Tarde fue cuando me di cuenta que ella y yo estábamos besándonos, supongo que nos olvidamos que los dos teníamos enamorados o tal vez simplemente se nos olvidó que éramos muy buenos amigos y que probablemente esto dañe nuestra relación de amigos desinteresados, pero lo cierto es que nadie nunca me había besado así: tan lento, tan apasionadamente, un beso tan indescriptible, luego de unos pocos largos segundos, ella y yo nos separamos bruscamente como si hubiésemos hecho algo terrible, para nuestra sorpresa Maggy estaba observando todo, pero cuando me dirigía a tratar de inventarle una explicación, sentí como mis entrañas se agitaban y de pronto corrí a un lugar aislado de chismosos. Vomité sin parar mientras allá a lo lejos Maggy maldiciendo haberme conocido, gritando descontroladamente: “maldito te odio José ojala te pudras en el infierno, ha y déjame decirte que también te engañé con tu mejor amigo, ¡cachudo!” es lo último que recuerdo de esa noche hermosa pero fatídica.

Lo gracioso es que un día después Maggy llamó a mi casa y terminó conmigo, con una voz dulce e inocente y yo acepté con aplomo su decisión, creo que no la extrañé nunca. Con respecto a Teresa, mi amiga, no nos vimos un mes entero, pero después logramos mantener una mejor relación de amigos que al principio. A veces me escribe desde Italia, donde se mudó con su familia y en sus cartas me recuerda que mi nombre es muy común y algo anticuado luego se ríe y niega que sea verdad lo que me dice “Solo bromeo” se defiende. Ha pasado un año desde que no la veo y aun conservo esa cadenita que me regaló con un grabado que dice: "J. Edgar".

J. Edgar

martes, 28 de julio de 2009

DESVARÍO

—Te quiero—susurras en mi oído.

—Otra vez— insisto para que lo repitas una y otra vez.

—Te quiero— dices y te amo con cada palabra que pronuncias, con cada sílaba, con cada letra.

De pronto estoy a cinco centímetros de tu boca, y la deseo más que nunca, con esa fuerza descomunal y descocida hasta ese momento, ahora estoy solo a cuatro centímetros de distancia de tus labios y puedo sentir tu aliento, sé que estás nerviosa, también yo; me muero por darte un beso el más bonito que jamás le di a alguien, pero por alguna razón que no logro entender, alejamos nuestras bocas una de la otra y nos abrasamos. Tienes razón tuve miedo de estar así contigo, pero es extraño que esa sensación de miedo, que ahora recorre todo mi cuerpo, lo haya añorado desde hace mucho tiempo, porque significa una cosa: Estoy enamorándome de ti.

—Qué es lo que te gusta de mí— dices.

—Me gusta todo de ti— digo y estoy nervioso porque no sé por dónde empezar, ¿acaso por tu sonrisa y tu boca? ¿Por lo que soy, cuando estoy contigo? quizás deba comenzar diciéndote tienes ese no sé qué el cual buscaba hace tres años.

—Me gusta tu sonrisa— continuo —me gustan tus ojos, me gusta todo de ti, en lo físico no te cambiaría absolutamente nada—. Digo y sonríes. Amo tu sonrisa. —Me gusta lo que haces, me gusta que logres hacerme sonreír sólo con recordarte—. Sigues sonriendo—Nadie nunca me había dicho que me corte el cabello porque parezco un indigente—. Ahora te estás riendo avergonzada de las cosas que haces para mí y me gusta verte feliz, Te pido un abrazo y nos abrazamos. No recuerdo haber estado más feliz y tranquilo a la vez, cantamos esta canción de Barney y sus amigos: “te quiero yo y tú a mí…” quiero permanecer así para siempre.

Toco tus manos y están frías —Yo te puedo calentar las manos las veces que quieras— pienso mientras envuelvo tus manos con las mías tratando de darte un poco de calor, juegas con mi dedo pulgar y me encanta, te saco “conejos” y creo que te gusta, deseo tus labios una vez más pero me controlo. Pruebo tu chupetín de fresa y busco el sabor de tus labios, pero no lo encuentro; te devuelvo el chupetín y deseo que hagas lo mismo.

Estamos abrasados, no sé por qué, es como si tuviéramos una cita con el destino, como si esto tendría que pasar de todas maneras: encontrarnos. Entonces siento que estuve con las chicas equivocadas, no encuentro palabras para decirte que me muero por estar en esas cosas malas y en aquellas buenas que tienes en tu vida, que puedes contar conmigo. Me miras, reconozco un poco de alegría desusada en tus ojos, ese brillo que vieron mis hermanos en los míos desde que te conozco.

—Ahora no juego “gallito” contigo porque me arañas— Digo y te ríes pues la uña de tu dedo pulgar está bastante crecida

Jugamos con nuestros dedos y aun no puedo creer que esté así contigo: queriéndote tanto. Hablamos de Varias cosas y me das un beso en la mejilla y me encanta, amo tus besitos.

—Que rico —digo creyéndome en el cielo— dame otro por favor —imploro.

—Otro más — digo al mismo tiempo que me das un tercero —otro más— y me das el cuarto...

Fue como un trance o como si cupito nos manipulara, tus besos fueron bajando poco a poco, mi rostro cada vez se inclinaba más, tu boca más cerca de la mía, hasta que estuvimos a punto de besarnos y de repente sucedió por fin pude entender que ese era el fin de mi vida, al menos de mi vida como la conocía; Nuestros labios chocaron en un suave, muy suave beso; yo estaba en el planeta más lejano del universo y deseé que nunca acabe pues eran los labios más bonitos y suaves que había besado jamás. Seguimos besándonos y ahora no quiero que pare, pues no sabría que decirte después, sospecho que estaríamos avergonzados o algo parecido, pero todo tiene un final y de este beso perfecto, llegó.

— Creo que nos besamos— dices un poco preocupada.

— Creo que si— respondo mirando a cualquier otra parte que no sea tu rostro.

— No debió pasar— dices.

— Esto hay que tomarlo como un hecho aislado que no pasará, al menos no hasta que seamos enamorados— digo y asientes con la cabeza.

— ¡Nos besamos!— dices.

— Mira—digo tratando de calmar la situación— hay que hablar sobre lo que pasó como gente adulta —asientes con la cabeza y me miras.

Nos quedamos callados por un momento, ahora te estoy viendo atento a las expresiones de tu rostro, quiero imaginar que el beso te gusto tanto como a mí, veo tus labios, esos labios que acababa de besar, tus ojos que tratan de decirme algo, pero no sé que es —Fue maravilloso— pienso al tiempo que veo tus labios y esta vez no pido permiso. Te sujeto suavemente la cabeza y te doy un beso, me correspondes y siento más pasión esta vez. Cada segundo que pasa te quiero más.

Los niños jugando allá atrás, en ese parque de san Isidro, en Lima, en el Perú, América, el planeta Tierra, ¿cuánto porcentual serán nuestras —de ti y de mí— masas solidas en el universo? Probablemente sea casi nula, en comparación con el “todo” pero en ese momento me creí el hombre más afortunado del universo.

— Ya es tarde— dices, te pones de pie, yo asiento con la cabeza, te abrazo y tú me abrazas.

—Qué raro, no me siento mal por lo que ha pasado— dices.

—Eso pasará después, cuando estés en tu casa— digo riéndome tratando de alegrarte un poco, pero sé que es un mal chiste.

—Tienes razón— dices algo decaída —Ojalá que no me arrepienta.

—Mírame— te doy un beso —cuando estés por arrepentirte, piensa en esto —te doy otro beso— recuerda que yo te quiero mucho— te doy otro beso— que tu eres la chica más importante para mí —te doy otro beso— yo no quiero jugar contigo, te voy a querer mucho —te doy otro beso— cada instante que pase voy a estar pensando en ti, piensa en esto — te doy otro beso— y no te vas a arrepentir. No te arrepientas por favor. —me abrazas fuerte, yo amo que me abraces así.

Caminamos; luego de poco nos despedimos con 3 besos y te marchas, yo hago lo mismo, estoy feliz; hasta que recuerdo que tienes enamorado.

J. Edgar

lunes, 27 de julio de 2009

COMO DEBE SER

"DEDICADO A VANESSA, Quien en ocaciones me recuerda lo sencillo que resulta ser feliz."

Alguien toca la puerta.
Cuando María está a menos de tres metros de la puerta a punto de abrirla, se detiene al ver caer un pequeño sobre que alguien empujó por una rendija en la puerta. Al abrir el sobre se encuentra con una hoja escrita a mano que dice:


Es impresionante cómo las noticias nos pueden afectar. En el cenicero que tengo de adorno, ahora hay una colilla de cigarrillo y yo nunca he fumado y es que hace una semana estaba muy bien, me sentía encaminado, inspirado y toda esa cuestión. Pero ahora me dices que te casas, que quieres tener hijos y que comprarás una casa en Madrid o Valencia, lejos de aquí. Quién te ha dado tanta cuerda, porque te veo con muchas energías.
Hace unos días todo estaba bien pero ahora que me dices esto, te odio por habérmelo dicho, te amo mucho, ¿acaso no te das cuenta? Por qué tomaste esa decisión. Estoy, en mi departamento escribiendo esto y solo quería decirte decirte que no puedo evitarlo, estoy llorando; y no me importa que lo sepas. Cómo pudiste hacerme eso, en qué estabas pensando.

P.D. hasta me has prohibido en ese momento, en el que me has dado la noticia, que te diga lo que sentía, me has dicho que lo piense primero antes de decirte algo, ¿no entiendes verdad? no hay nada que decir.
Te te lo tenía que decir.
Atentamente: Joaquín”

María, que sigue parada atrás de la puerta, está atónita, con un gesto incrédulo y con el ceño fruncido se pregunta –¿Qué le pasa a Joaquín?– cuando se dispone a coger el teléfono y llamar a Joaquín, un golpe en su zapato, casi imperceptible, la detiene y al voltear descubre junto a sus pies otro papel en el piso y lo lee:

“Por qué me lo tenías que decir, si se supone que era yo quien tenía que decírtelo”

María deja caer la nota al suelo habré la puerta y ve a Joaquín con un gran ramo de magnolias, un globo en forma de corazón y un polo rojo que dice: “María, sí me quiero casar contigo.”

J. Edgar

P.D. Dicen que siempre saco lo positivo de las cosas, ya ves que no es cierto, pero si me mienten de esa forma es porque les agrado un poco, entonces, quizás en el fondo puedo ser buena persona. Ésa sería mi mejor cualidad, Vanessa.

Última Carta a Tania

Son casi dos años desde que no nos vemos y aun creo que fuiste en mi vida, la amiga más importante que he tenido.

Recuerdo bien la última vez que te vi, estabas hermosa como siempre tenias el cabello apenas peinado, la ropa oscura y casual con un poco de manchas en los pantalones, sin un gramo de maquillaje en el rostro y el suéter mojado pues era carnavales y me contaste divertida que te mojaron unos chicos, así de hermosa y natural te veía. Creo que no pude haber tenido mejor regalo que tener tu compañía el día de mi cumpleaños.

Ya en mi habitación pedimos un par de cervezas, hablamos de cuatro cosas sin importancia luego te hice ver un video que edité para ti, creo que te emocionaste al verte en la pantalla cantando como loca una canción de Ricardo Arjona, canción que tú y yo cantábamos en cuarto año ¿recuerdas? Bebimos sólo una cerveza y media, me eché en la cama y enseguida tú, me abrazas. Estuvimos los dos echados totalmente inhibidos escuchando una canción “emo” de Evanescense. Me gustaba tenerte a mi lado; es rarísimo que, estando a tu lado y con un poco de trago en la cabeza, no haya sentido ni la más leve insinuación del deseo carnal, estoy seguro que con cualquier otra chica ya me las abría arreglado para rosarles una teta e imaginármela desnuda. Eso mismo traté de decirte esa noche, que a pesar que nadie me abrazó tan rico como tú, no cabías en ningún pensamiento malicioso o impuro, a ti, solo dedicaba lo transparente, un amor puro.

La noche fue pronunciándose mientras dormías en mis brazos por lo cual te desperté pues no quería que te hicieras tarde.

—Roncas— te dije.
—No jodas, ¿enserio ronco?— dices preocupada.
—No, fue una broma. — digo divertido.
— ¿Qué hora es? —Me preguntas.
—Las siete en punto— digo esto último y te quedas aliviada, pues parece que es temprano.

Te tumbas nuevamente en mis brazos, me acaricias el rostro y acomodas tu mano sobre mi nuca, te acercas a mí pero me volteo asía otro lado inseguro, acaso ¿inseguro de darte un beso? No loquita, inseguro de que tú también quieras. La noche fue pasando y se repitió la escena anterior, una y otra vez más; me pregunté ¿qué pasaría si te diera un beso? No hallé respuesta alguna, todo era incierto, estaba entrando a territorio desconocido. Luego de tantear torpemente las infinitas probabilidades de un potencial encuentro de segundo grado, me acerco a tu boca y tu a la mía a la improbable velocidad de un milímetro por hora, hasta que por fin estaba rozando los labios de mi amiga, mi mejor amiga, esa niña que no me despertaba erección alguna, esa niña que me hacía ser aburrido y absurdo pues no quería caer en el papel de un hombre ordinario. No fue un beso, sólo rosamos los labios por cinco segundos, cinco segundos que parecieron más bien cinco horas.

Cuando apartábamos nuestras humanidades te pedí disculpas; disculpas que, por supuesto, no aceptaste pues dijiste que eso tenía que pasar algún día, que madurara y que no me comporte como un chiquillo, entonces te amé por ser más madura que yo. Ya casi a punto de irte te entrevisté con el micrófono conectado a mi computadora:

—Si en este momento estuviera lejos de ti ¿Qué es lo que quisieras decirme? —te pregunté
— Que te amo. —dices.
— ¿Por qué? –pregunto
— Porque siempre va ser así. —respondes viéndome a los ojos
— ¿Siempre para siempre? —pregunto.
— ¡Si, Siempre! —respondes.
— ¿Pase lo que pase? —pregunto y sé que soy pesado
— Lo que pase y lo que haya pasado (te ríes).
— ¿Por qué me amas?
— Porque eres la persona que siempre esperé en mi vida y (mmm) llegaste y puse todo lo que sería para ser feliz junto a ti.
— Sabes, me dan ganas de llorar. —digo y me siento malditamente afeminado.
— Es mentira. —dices y te ríes.
— No, de verdad. — digo aun que sé que exagero.
— ¿por qué? —preguntas.
— Porque, me maté hasta las 3 de la mañana sin dormir, editando el video para que sientas o para que yo sienta que te sorprendí, y decirte que, para ti seré el pata más cursi de todos pero así te amo pues.
— (te ríes) Si me sorprendiste y sabes que el amor es mutuo, entre los dos y para siempre.— dices esto y te amo.
—Por eso te amo, porque eres tonta, pero ya no importa, (risas) —digo tratando de alegrarnos un poco.
— Y la pregunta es ¿durará para siempre?— hablas como hablando a un tercero, quizás a tu conciencia.
— Yo me voy a encargar de que así sea. —digo.
— Yo también. — dices.
— Siento que eres mi complemento, ¿tú que sientes? —pregunto.
— Hasta hace un momento pensé que eres el hermano que faltaba, pero ahora siento que eres la persona que faltaba en mi vida para que yo sienta que realmente puedo llegar hasta donde quiera. —dices.”

Aun tengo esa grabación en mi computadora.
Caminamos hasta el paradero más próximo y te fuiste. Yo me quede con una sensación algo extraña y no necesariamente era de felicidad, sabía que algo había cambiado esa noche, quizás esa complicidad de una amistad larga y pura. Esa noche preferí no pensar, me quedé dormido.

A la mañana siguiente al ver las botellas de cerveza, me acordé de lo que para mí fue una escena barrosa. Te llamé porque quería escuchar tu voz y saber que lo que pasó, no había sido un sueño: “si desea deje su mensaje en la casilla de voz”. Seguí intentando, pero nunca contestaste.

Como demonios podías contestar si lo que pasaste conmigo fue una noche, solo una. Supongo que debiste estar ocupada pintándote las uñas o quizás tiñéndote el cabello de rojo, tal vez porque pensabas que así serías un poco más bonita o loca, quién sabe. ¿Sabes lo que es sufrir y llorar como un maldito maricón? Deberías pensarlo. Dos meses la contestadora estuvo dándome bienvenidas a la mierda, después de esos dos meses aun no entendía porque me afectaba tanto ¿acaso estaba enamorado de ti? Busque, esculqué, fui dándole vueltas y vueltas al asunto pero no encontré nada, luego descubrí que no estaba enamorado de ti, solo extrañaba verte, ¿pedía mucho acaso? Solo quería verte demonios, quería que —aun que sea— me dijeras: “Sabes José esto fue un gran error, perdóname pero no podemos ser más los amigos que éramos” ¿me abría dolido? Pues claro que sí, pero ya no estaría ahondándome una mezcla de sentimientos enfermos, depresivos y perdidos en algún rincón del corazón de piedra que después me regalaste. Pasaron 3 meses, 4 meses y aun no entendía porque no me dabas la cara, abría preferido mil veces que me machaques en persona y no como lo hiciste: Simplemente te olvidaste de… ¿Acaso debería mencionar las veces que dijiste que me amabas?

Estoy totalmente seguro que mientras yo me retorcía en el alcohol y en los cigarrillos, tragando y fumando el orgullo que dije “jamás se rompería”, tú estabas riendo, tal vez compartiendo la cama de un chico, viendo comedias por la televisión o yendo a fiestas. Comprendí entonces que yo ya no era yo que las cosas cambian y que todo tiene un final.

Pasaron ocho meses ¡ocho meses! y nos encontramos en el chat, me hablaste como si nada, ¡NADA! hubiera pasado, te confieso que te odié en ese momento ¿Por qué? Mira loquita, no sólo me arrebataste a empujones a mi mejor amiga, también pisoteaste mi corazón, bailaste salsa sobre —Dios sabe en qué discoteca mal oliente de Lima— mi orgullo, Me quitaste a mi Tontita que tanto amaba y cuidaba como a mi hermanita menor, me dejaste hecho mierda y me saludas porque por casualidad entraste a internet, Dijiste: “hola ¿cómo estás?” —Maldita seas— pensé. Quise decirte que te extrañaba, preguntarte porqué eras tan cruel conmigo, ¿Por qué dejaste morir a ese José que me gustaba ser? Pero recordé la infinidad de veces que te dejé mensajes en tu celular sin obtener alguna respuesta ahogándome en las lagrimas que rogaban “no me quites a mi mejor amiga por favor, no sabes cuánto te amo”. No pues, no te importó.

Cinthia me pregunto una vez porque no voy a verte o no te llamo. No te reconocería.

Han pasado más o menos 2 años y veo las fotos que te tomaste con Jorge, tu enamorado. No me afecta tanto como crees, en realidad no me afectó nunca el hecho de que decidieras estar con algún chico, es más, parece un buen tipo y creo que hasta me caería bien.
Ya sabes entonces para lo que te escrito: decirte definitivamente adiós. Tú no mereces tener un amigo como yo, que te quiera como mierda y sin condiciones para después olvidarlo, como se olvida cualquier suceso intrascendental cotidiano. No vas hacer nada no te preocupes, estoy seguro que no te afectará en lo más mínimo; esto no es para ti, tú ya no eres tú, eres alguien más.

Con esta carta te digo adiós Tania, hace mucho tiempo debí hacerlo. Estoy seguro que no nos volveremos a ver nunca, si yo fuera tú, me sentiría un poquito mal pues nunca nos despedimos como debe ser, pero felizmente tú no eres yo, así que seguirás con tu vida y yo aplaudo eso. No estoy enojado contigo, simplemente hago “Justicia” ¿recuerdas? Deberías recordarlo.

Atte. J. Edgar.