miércoles, 29 de julio de 2009

ANECDOTA

A Teresa; que ah causado de mí, quizás sin saberlo, un gran cambio y una actitud distinta frente a la vida.

Teresa, así se llama la que era entonces mi amiga y hermanita (así nos decíamos). Uno de los recuerdos más vivos y también más divertidos que tengo con ella, fue sin duda, aquella vez cuando fuimos de campamento Teresa, un grupo de amigos y yo. Pasamos el día riéndonos y tomando whiskey, mientras que el “sano” del grupo vomitaba a un costado porque nunca había tomado. Ya eran las seis de la tarde, pero no importaba, pasaríamos la noche juntos como buenos amigos alrededor de la fogata casi apagada, que nos calentaba un poco más en esa noche de verano.

A mi derecha estaba Teresa y al otro costado Maggy, que por cierto era mi enamorada,
Maggy siempre estuvo celosa de Teresa, y sospecho que Teresa de Maggy pero ni una de las dos me decía nada, no tendrían por qué estarlo tampoco, Maggy era mi enamorada y Teresa mi amiga y punto, hasta que esa noche sucedió.

Todos estábamos ebrios, conversando y riéndonos de cualquier cosa, los recuerdos que tengo sobre esa noche son muy borrosas pero fue algo así: Teresa me agarró de la mano y salimos corriendo a los árboles, creo que estábamos escondiéndonos de nuestros respectivos enamorados por que se nos antojó estar solos, así la pasábamos mejor. Llegamos a un lugar entre los árboles del recreo donde estábamos todos; cansados de correr nos echamos en el pasto, agitadísimos pues parecía que habíamos corrido kilómetros, no me acuerdo de qué conversábamos pero lo que haya sido nos hizo reír muchísimo, tanto así que nos retorcíamos en el suelo como idiotas poseídos y fuera de control, viéndonos los rostros colorados por las risotadas que seguramente alguien ya las había escuchado o quizás no, ya más calmada ella, me acarició una mejilla y yo la observo sin gesto alguno, pienso que esta linda, nunca la había visto tan hermosa, quiero creer que el alcohol no tuvo nada que ver en eso, fue muy raro porque al ser mi amiga, había olvidado o mejor dicho no quería ver, lo bellísima que estaba esa noche y todos los días, creo que siempre la consideré alguna especie de divinidad femenina inalcanzable (por sus ojos plomos y su cabello castaño claro) y solamente me conforme con aspirar a su amistad.

Luego de reír como idiotas no recuerdo en qué momento, no sé porque, ella se puso muy seria yo miraba esos grandes ojos plomos, nos agarramos de la mano, nos juntamos, ella pegada a mí y yo sintiendo el calor de su cuerpo, como esos dos grandes senos firmes se apoyaban en mi pecho, nunca había sentido eso: estar tan cerca de una chica y estar tan pero tan nervioso que temblaban mis labios, no lograba reconocerme, solo una sensación extraña de querer quedarme así para toda la vida. Tarde fue cuando me di cuenta que ella y yo estábamos besándonos, supongo que nos olvidamos que los dos teníamos enamorados o tal vez simplemente se nos olvidó que éramos muy buenos amigos y que probablemente esto dañe nuestra relación de amigos desinteresados, pero lo cierto es que nadie nunca me había besado así: tan lento, tan apasionadamente, un beso tan indescriptible, luego de unos pocos largos segundos, ella y yo nos separamos bruscamente como si hubiésemos hecho algo terrible, para nuestra sorpresa Maggy estaba observando todo, pero cuando me dirigía a tratar de inventarle una explicación, sentí como mis entrañas se agitaban y de pronto corrí a un lugar aislado de chismosos. Vomité sin parar mientras allá a lo lejos Maggy maldiciendo haberme conocido, gritando descontroladamente: “maldito te odio José ojala te pudras en el infierno, ha y déjame decirte que también te engañé con tu mejor amigo, ¡cachudo!” es lo último que recuerdo de esa noche hermosa pero fatídica.

Lo gracioso es que un día después Maggy llamó a mi casa y terminó conmigo, con una voz dulce e inocente y yo acepté con aplomo su decisión, creo que no la extrañé nunca. Con respecto a Teresa, mi amiga, no nos vimos un mes entero, pero después logramos mantener una mejor relación de amigos que al principio. A veces me escribe desde Italia, donde se mudó con su familia y en sus cartas me recuerda que mi nombre es muy común y algo anticuado luego se ríe y niega que sea verdad lo que me dice “Solo bromeo” se defiende. Ha pasado un año desde que no la veo y aun conservo esa cadenita que me regaló con un grabado que dice: "J. Edgar".

J. Edgar

1 comentario: