lunes, 27 de julio de 2009

Última Carta a Tania

Son casi dos años desde que no nos vemos y aun creo que fuiste en mi vida, la amiga más importante que he tenido.

Recuerdo bien la última vez que te vi, estabas hermosa como siempre tenias el cabello apenas peinado, la ropa oscura y casual con un poco de manchas en los pantalones, sin un gramo de maquillaje en el rostro y el suéter mojado pues era carnavales y me contaste divertida que te mojaron unos chicos, así de hermosa y natural te veía. Creo que no pude haber tenido mejor regalo que tener tu compañía el día de mi cumpleaños.

Ya en mi habitación pedimos un par de cervezas, hablamos de cuatro cosas sin importancia luego te hice ver un video que edité para ti, creo que te emocionaste al verte en la pantalla cantando como loca una canción de Ricardo Arjona, canción que tú y yo cantábamos en cuarto año ¿recuerdas? Bebimos sólo una cerveza y media, me eché en la cama y enseguida tú, me abrazas. Estuvimos los dos echados totalmente inhibidos escuchando una canción “emo” de Evanescense. Me gustaba tenerte a mi lado; es rarísimo que, estando a tu lado y con un poco de trago en la cabeza, no haya sentido ni la más leve insinuación del deseo carnal, estoy seguro que con cualquier otra chica ya me las abría arreglado para rosarles una teta e imaginármela desnuda. Eso mismo traté de decirte esa noche, que a pesar que nadie me abrazó tan rico como tú, no cabías en ningún pensamiento malicioso o impuro, a ti, solo dedicaba lo transparente, un amor puro.

La noche fue pronunciándose mientras dormías en mis brazos por lo cual te desperté pues no quería que te hicieras tarde.

—Roncas— te dije.
—No jodas, ¿enserio ronco?— dices preocupada.
—No, fue una broma. — digo divertido.
— ¿Qué hora es? —Me preguntas.
—Las siete en punto— digo esto último y te quedas aliviada, pues parece que es temprano.

Te tumbas nuevamente en mis brazos, me acaricias el rostro y acomodas tu mano sobre mi nuca, te acercas a mí pero me volteo asía otro lado inseguro, acaso ¿inseguro de darte un beso? No loquita, inseguro de que tú también quieras. La noche fue pasando y se repitió la escena anterior, una y otra vez más; me pregunté ¿qué pasaría si te diera un beso? No hallé respuesta alguna, todo era incierto, estaba entrando a territorio desconocido. Luego de tantear torpemente las infinitas probabilidades de un potencial encuentro de segundo grado, me acerco a tu boca y tu a la mía a la improbable velocidad de un milímetro por hora, hasta que por fin estaba rozando los labios de mi amiga, mi mejor amiga, esa niña que no me despertaba erección alguna, esa niña que me hacía ser aburrido y absurdo pues no quería caer en el papel de un hombre ordinario. No fue un beso, sólo rosamos los labios por cinco segundos, cinco segundos que parecieron más bien cinco horas.

Cuando apartábamos nuestras humanidades te pedí disculpas; disculpas que, por supuesto, no aceptaste pues dijiste que eso tenía que pasar algún día, que madurara y que no me comporte como un chiquillo, entonces te amé por ser más madura que yo. Ya casi a punto de irte te entrevisté con el micrófono conectado a mi computadora:

—Si en este momento estuviera lejos de ti ¿Qué es lo que quisieras decirme? —te pregunté
— Que te amo. —dices.
— ¿Por qué? –pregunto
— Porque siempre va ser así. —respondes viéndome a los ojos
— ¿Siempre para siempre? —pregunto.
— ¡Si, Siempre! —respondes.
— ¿Pase lo que pase? —pregunto y sé que soy pesado
— Lo que pase y lo que haya pasado (te ríes).
— ¿Por qué me amas?
— Porque eres la persona que siempre esperé en mi vida y (mmm) llegaste y puse todo lo que sería para ser feliz junto a ti.
— Sabes, me dan ganas de llorar. —digo y me siento malditamente afeminado.
— Es mentira. —dices y te ríes.
— No, de verdad. — digo aun que sé que exagero.
— ¿por qué? —preguntas.
— Porque, me maté hasta las 3 de la mañana sin dormir, editando el video para que sientas o para que yo sienta que te sorprendí, y decirte que, para ti seré el pata más cursi de todos pero así te amo pues.
— (te ríes) Si me sorprendiste y sabes que el amor es mutuo, entre los dos y para siempre.— dices esto y te amo.
—Por eso te amo, porque eres tonta, pero ya no importa, (risas) —digo tratando de alegrarnos un poco.
— Y la pregunta es ¿durará para siempre?— hablas como hablando a un tercero, quizás a tu conciencia.
— Yo me voy a encargar de que así sea. —digo.
— Yo también. — dices.
— Siento que eres mi complemento, ¿tú que sientes? —pregunto.
— Hasta hace un momento pensé que eres el hermano que faltaba, pero ahora siento que eres la persona que faltaba en mi vida para que yo sienta que realmente puedo llegar hasta donde quiera. —dices.”

Aun tengo esa grabación en mi computadora.
Caminamos hasta el paradero más próximo y te fuiste. Yo me quede con una sensación algo extraña y no necesariamente era de felicidad, sabía que algo había cambiado esa noche, quizás esa complicidad de una amistad larga y pura. Esa noche preferí no pensar, me quedé dormido.

A la mañana siguiente al ver las botellas de cerveza, me acordé de lo que para mí fue una escena barrosa. Te llamé porque quería escuchar tu voz y saber que lo que pasó, no había sido un sueño: “si desea deje su mensaje en la casilla de voz”. Seguí intentando, pero nunca contestaste.

Como demonios podías contestar si lo que pasaste conmigo fue una noche, solo una. Supongo que debiste estar ocupada pintándote las uñas o quizás tiñéndote el cabello de rojo, tal vez porque pensabas que así serías un poco más bonita o loca, quién sabe. ¿Sabes lo que es sufrir y llorar como un maldito maricón? Deberías pensarlo. Dos meses la contestadora estuvo dándome bienvenidas a la mierda, después de esos dos meses aun no entendía porque me afectaba tanto ¿acaso estaba enamorado de ti? Busque, esculqué, fui dándole vueltas y vueltas al asunto pero no encontré nada, luego descubrí que no estaba enamorado de ti, solo extrañaba verte, ¿pedía mucho acaso? Solo quería verte demonios, quería que —aun que sea— me dijeras: “Sabes José esto fue un gran error, perdóname pero no podemos ser más los amigos que éramos” ¿me abría dolido? Pues claro que sí, pero ya no estaría ahondándome una mezcla de sentimientos enfermos, depresivos y perdidos en algún rincón del corazón de piedra que después me regalaste. Pasaron 3 meses, 4 meses y aun no entendía porque no me dabas la cara, abría preferido mil veces que me machaques en persona y no como lo hiciste: Simplemente te olvidaste de… ¿Acaso debería mencionar las veces que dijiste que me amabas?

Estoy totalmente seguro que mientras yo me retorcía en el alcohol y en los cigarrillos, tragando y fumando el orgullo que dije “jamás se rompería”, tú estabas riendo, tal vez compartiendo la cama de un chico, viendo comedias por la televisión o yendo a fiestas. Comprendí entonces que yo ya no era yo que las cosas cambian y que todo tiene un final.

Pasaron ocho meses ¡ocho meses! y nos encontramos en el chat, me hablaste como si nada, ¡NADA! hubiera pasado, te confieso que te odié en ese momento ¿Por qué? Mira loquita, no sólo me arrebataste a empujones a mi mejor amiga, también pisoteaste mi corazón, bailaste salsa sobre —Dios sabe en qué discoteca mal oliente de Lima— mi orgullo, Me quitaste a mi Tontita que tanto amaba y cuidaba como a mi hermanita menor, me dejaste hecho mierda y me saludas porque por casualidad entraste a internet, Dijiste: “hola ¿cómo estás?” —Maldita seas— pensé. Quise decirte que te extrañaba, preguntarte porqué eras tan cruel conmigo, ¿Por qué dejaste morir a ese José que me gustaba ser? Pero recordé la infinidad de veces que te dejé mensajes en tu celular sin obtener alguna respuesta ahogándome en las lagrimas que rogaban “no me quites a mi mejor amiga por favor, no sabes cuánto te amo”. No pues, no te importó.

Cinthia me pregunto una vez porque no voy a verte o no te llamo. No te reconocería.

Han pasado más o menos 2 años y veo las fotos que te tomaste con Jorge, tu enamorado. No me afecta tanto como crees, en realidad no me afectó nunca el hecho de que decidieras estar con algún chico, es más, parece un buen tipo y creo que hasta me caería bien.
Ya sabes entonces para lo que te escrito: decirte definitivamente adiós. Tú no mereces tener un amigo como yo, que te quiera como mierda y sin condiciones para después olvidarlo, como se olvida cualquier suceso intrascendental cotidiano. No vas hacer nada no te preocupes, estoy seguro que no te afectará en lo más mínimo; esto no es para ti, tú ya no eres tú, eres alguien más.

Con esta carta te digo adiós Tania, hace mucho tiempo debí hacerlo. Estoy seguro que no nos volveremos a ver nunca, si yo fuera tú, me sentiría un poquito mal pues nunca nos despedimos como debe ser, pero felizmente tú no eres yo, así que seguirás con tu vida y yo aplaudo eso. No estoy enojado contigo, simplemente hago “Justicia” ¿recuerdas? Deberías recordarlo.

Atte. J. Edgar.

3 comentarios:

  1. ammm....... pues la mera mera verdad no sabría q decir respecto a esto pero mola mucho

    ResponderEliminar
  2. ohh puxa espero la hayas podido olvidarr fue muy intenso verdad? esa era tu historia no? o la inventaste

    ResponderEliminar