jueves, 19 de mayo de 2011

Se dice de Dios

Hay quienes perciben a las congregaciones cristianas como un montón de ignorantes; gente manipulable de coeficiente intelectual menor al promedio.
Son vistos con recelo y a veces con vergüenza ajena, por ser considerados de escaso saber en ciencias sociales y demás ramas que aplican el conocimiento empírico para propugnar lo demostrable.
Gente que cree haber superado la estupidez y la ignorancia. Dicen no creer en milagros pensando que éstos deben ser grandiosos e inverosímiles; que nunca existió un Jesús que haga ver a un siego o andar a un lisiado “entonces, si es cierto, ¿por qué ahora no suceden esas cosas?” preguntan incrédulos cuando les hablamos sobre ellos, olvidando que muchos de los cristianos más devotos fueron alcohólicos, drogadictos o simplemente gente atormentada que ahora, gracias a Dios, encontraron paz en sus corazones.
Hace días escuché decir a una amiga, que las cuestiones de Dios eran puras boberías. Sin embargo, su madre había encontrado en una comunidad cristiana y en Jesús, las fuerzas que le animan a seguir adelante; esta señora, que es una mujer admirable y maravillosa, está pasando por hondos problemas familiares que la dejaron agotada, ahora encontró aliento en esas boberías ¿ése no es un milagro?

Por supuesto los psicólogos podrían explicar estas conductas: que el inconsciente, que el estímulo, que Freud, que Skiner, que Piaget, etcétera. Y está bien todo eso; siempre es bueno entender un poco más la conducta humana, pero nadie puede negar que hubo un antes y un después de Dios en cada individuo; que el después fue mucho mejor que lo anterior y que esto, aunque considerado tonto por falsos intelectuales, al fin y al cabo es bueno para todos.
Filósofos de talla mundial, sin dejar su escepticismo, aceptan que todo esto es muy positivo y concluyen que el hombre necesita a un ser reinante; por eso dicen que Dios o Jesús no es sino una invención del hombre, y que como toda invención, ésta surgió por la necesidad de explicar lo que no se podía aún, como la muerte. “es por eso que todas las culturas tienen un Dios” “el creer en un ser supremo es natural del humano” divulgan, y creyéndose un Dios o un no-humano (por haberse liberado de esa creencia propia de la condición humana), sentencian: he ahí la razón que me lleva a no creer en un ser supremo.
La biblia, escrita muchas décadas antes de los detractores de Dios, responde:
“Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la prédica.”. Corintios 1 – 21

No busques milagros, porque ya los encontraste sin darte cuenta; mejor busca aprender a verlos y a maravillarte con ellos. Yo por ejemplo, encontré una chica que parece un ángel, la llamé musa y tatué en mi mente el brillo de sus ojos. Cuando no la veo busco su foto y ahí está, sonriendo, y sonrío con ella. Ése es probablemente el milagro más hermoso de todos: EL AMOR.

J. Edgar

viernes, 13 de mayo de 2011

Delirio

Ayer soñé que me querías en un campo de gras y grandes cipreses. Tus delgados dedos flotaban sobre el aroma del pasto recién podado, y tus cabellos eran mecidos por la brisa de las cinco de la tarde. Yo aguantaba a mis parpados para no perderme ni un instante del sueño. Caminabas hacia mí, hechizada por el deseo de mi inconsciente, y mí consiente te manipulaba como marioneta y hacías lo que yo quería: caminar hacía mí. Llegaste al lugar donde quería que estés, levanto una mano, roso tu mejilla izquierda y, al tiempo que sonríes, mi cuerpo se adormece como en la vida real cuando me mirabas; de pronto el sueño se confunde con la vida misma y me pierdo en tu aroma de mujer. Cierras los ojos, sé que esa es la señal. Estoy a punto de rosarte mis labios y también cierro los ojos preparándome para el beso. Me acerco lento a tus labios, y me doy cuenta que estoy cerrado los ojos pese a mis deseos.Yo controlaba el sueño, pero igual tenía miedo de abrir los párpados nuevamente y ver que no estás; entonces el tiempo se estiró al infinito y me quedé inmóvil, cobarde. No sé de dónde saqué las fuerzas necesarias para mirar nuevamente y ahí estabas: acercándote cada vez más. “no era un sueño” pensé ...en mi sueño.

J. Edgar.

martes, 10 de mayo de 2011

Cobarde

Me miento con descaro cuando te veo, cuando me juro que no me gustas. No me creo ni un poco pero igual me miento, porque no sé si se trata de un oscuro deseo o el más precioso de los sentimientos. Me miento y te miento a sangre fría, pues parezco en calma y no en dulce agonía. A veces le miento al espejo, y ese odioso individuo tras él se ríe, se burla de mí, de cómo miento. Miento cuando hablo “solo”: con Dios. Y sabiendo que él lo sabe todo, le miento sin pudor y le juro que, si esto está mal, puedo dejar de pensar en ti. Me miento cuando escribo convencido de que puedo hacerlo sin usarte como musa. Le miento a la gente cuando digo que eres la chica de mis sueños; eres la chica de mis líneas de madrugada; pues sueño no tengo. Le miento a las letras de los papeles arrugados en el piso, porque si me gustan; pero logras conjurar unas nuevas y más hermosas. Le miento a tu sonrisa cuando mis ojos no brillan; y cuando veo la luz de tus ojos, mi seriedad te miente. Ya ves que miento y con descaro; y sabiéndome descarado, me gustaría decirte algo sin mentiras: estoy, de ti, irremediablemente enamorado. Y me gusta.

sábado, 7 de mayo de 2011

Hoy toca ser feliz.

Es imposible escuchar esta canción (la de abajo) sin tener ganas de ver a mi sobrinita bella: Adriana. Cuando la escuché por primera vez, hace más o menos dos años, sabía que ese día nublado no tenía que ser tan gris como de costumbre, y que había alguien que me necesitaba alegre. Llegué a casa y Adrianita estaba triste. Parecía que había llorado bastante. Le hice un par de bromas y nos reírnos como media hora por un chiste recontra monce. Después éramos dos niños de once años jugando a ser detectives, echando harina por todo lado para detectar huellas digitales. Luego éramos cantantes profesionales, y nuestra audiencia —una solitaria gata— nos veía confundida, tal vez tratando de reconocer esas caras rojas que se reían a más no poder. Luego nos metíamos en la tele y ella era Hannah Montana y yo Jackson Stewart. Ella era zac y yo cody.






Al final del día ella era ella y yo era yo; le di mi MP4 y le dije: te dedico esta canción. Y pensé “si algún día tengo una hija, espero que sea como tú” pero después de broma en broma y poniéndome en el papel, esta vez de Charles francis Harper (el de Dos Hombres y medio), le dije: por tu culpa ya no quiero ser papá. Y nos reímos más aún.




J. Edgar



Mis queridos viejos

Necesito que rían, porque quiero que vivan mucho tiempo y quererlos cómo no he sabido.

Necesito mantener esa imagen de ustedes para siempre en mi mente, y ver a mi viejo un domingo en vaqueros, polo blanco y sombrero, trabajando en el jardín; tempranito, cuando el sol hace brillar las gotas que se posan en el higo y la magnolia. Siempre con esa sonrisa reconfortante.


Y ver a mi vieja acariciándome hacia atrás el cabello, mientras me tiene en su regazo susurrando cuanto me quiere, tatuando para siempre su olor en mi memoria; en ese segundo infinito cuando la edad pierde relevancia y te vuelves pequeño e inofensivo como un recién nacido.


Viejo, necesito saber que seguirás haciendo reír a la vieja con las muecas exageradas que acostumbras.


Vieja, necesito saber que seguirás metiéndole tubos de papel a la boca entre abierta del viejo mientras duerme en el sofá; porque tu risa es contagiante y seguro que al final los dos reirán.


Necesito que se cuiden entre ustedes, porque son ustedes un ingrediente fundamental para su felicidad y tranquilidad; porque quedarán solos en la casa donde vieron crecer a sus hijos y que ahora vuelan con las alas que nos dieron. Pero a donde yo vaya, mi hogar está donde estén ustedes.


Feliz cumpleaños viejo. Feliz día ma.


Atte. José E.

domingo, 1 de mayo de 2011

En blanco y negro.

Hace algún tiempo, un cuervo se enamoró de una hermosa paloma blanca y esbelta. Un día, estirando sus hermosas alas negras y recitándole hermosos poemas del casi poeta J. Edgar, le confesó su amor. La paloma, que estaba tremendamente alagada y con ternura en los ojos, le dijo que eran las alas más bonitas que jamás había visto; que nunca antes un cuervo tan bien parecido le había dedicado su amor; que se sentía complacida. Pero su semblante cambió. Dirigió su mirada al suelo como buscando algo; y de pronto, al tiempo que niega enérgicamente con la cabeza, dice: nuestro amor es imposible; yo soy tan blanca… y tú tan negro. El cuervo, decaído, detestó su condición de negro y maldice su suerte en voz alta. La paloma, también desolada y con media lágrima en un ojo, se lamenta: desearía no ser tan blanca. “Deja que te muestre el rojo del amor” suplica el cuervo, y la paloma terca contesta: le pides mucho a alguien que sólo puede ver en blanco y negro. Y el cuervo: este rojo… no es un color, este rojo es cálido, precioso… y me gusta sentirlo, aun que seas tan blanca… y yo tan negro.


J. Edgar

J. Edgar