viernes, 13 de mayo de 2011

Delirio

Ayer soñé que me querías en un campo de gras y grandes cipreses. Tus delgados dedos flotaban sobre el aroma del pasto recién podado, y tus cabellos eran mecidos por la brisa de las cinco de la tarde. Yo aguantaba a mis parpados para no perderme ni un instante del sueño. Caminabas hacia mí, hechizada por el deseo de mi inconsciente, y mí consiente te manipulaba como marioneta y hacías lo que yo quería: caminar hacía mí. Llegaste al lugar donde quería que estés, levanto una mano, roso tu mejilla izquierda y, al tiempo que sonríes, mi cuerpo se adormece como en la vida real cuando me mirabas; de pronto el sueño se confunde con la vida misma y me pierdo en tu aroma de mujer. Cierras los ojos, sé que esa es la señal. Estoy a punto de rosarte mis labios y también cierro los ojos preparándome para el beso. Me acerco lento a tus labios, y me doy cuenta que estoy cerrado los ojos pese a mis deseos.Yo controlaba el sueño, pero igual tenía miedo de abrir los párpados nuevamente y ver que no estás; entonces el tiempo se estiró al infinito y me quedé inmóvil, cobarde. No sé de dónde saqué las fuerzas necesarias para mirar nuevamente y ahí estabas: acercándote cada vez más. “no era un sueño” pensé ...en mi sueño.

J. Edgar.

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