domingo, 1 de mayo de 2011

En blanco y negro.

Hace algún tiempo, un cuervo se enamoró de una hermosa paloma blanca y esbelta. Un día, estirando sus hermosas alas negras y recitándole hermosos poemas del casi poeta J. Edgar, le confesó su amor. La paloma, que estaba tremendamente alagada y con ternura en los ojos, le dijo que eran las alas más bonitas que jamás había visto; que nunca antes un cuervo tan bien parecido le había dedicado su amor; que se sentía complacida. Pero su semblante cambió. Dirigió su mirada al suelo como buscando algo; y de pronto, al tiempo que niega enérgicamente con la cabeza, dice: nuestro amor es imposible; yo soy tan blanca… y tú tan negro. El cuervo, decaído, detestó su condición de negro y maldice su suerte en voz alta. La paloma, también desolada y con media lágrima en un ojo, se lamenta: desearía no ser tan blanca. “Deja que te muestre el rojo del amor” suplica el cuervo, y la paloma terca contesta: le pides mucho a alguien que sólo puede ver en blanco y negro. Y el cuervo: este rojo… no es un color, este rojo es cálido, precioso… y me gusta sentirlo, aun que seas tan blanca… y yo tan negro.


J. Edgar

J. Edgar

1 comentario:

  1. espere a que el cuervo me hiciera enternder la poca importancia del color, espere a que me siguiera con su cálido vuelo y me demostrara que podia volar hacia cualqueir lugar mientras se encontrara a mi lado.....pero el solo exclamo "deja que te muestre el rojo del amor", se aferraba a un color que no distinguia como si quiera perderme antes de tenerme....
    Lucero Salais

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